El mutismo sentimental masculino

Mis aficiones lectoras a menudo van por rachas. Si me interesa un autor o una autora, trato de buscarle las entrañas, conocer mejor el mundo de donde viene, o simplemente leer algunas cosas que me hablen de él , o de ella.

Los domingos me gusta leer la Revista “XLSemanal” que acompaña al periódico local. Leo sobre todo las ‘firmas’ y alguno de los reportajes si el tema me interesa. Paso por alto los anuncios de coches, moda, cosméticos, calzados, porque siempre vienen llenos de chicas guapísimas y chicos estupendos , pero a fuerza de repetirse, tan guapas y bien hechos, la verdad es que no reparo en ellos, porque me parecen ya todos iguales. Estoy esperando a que pongan a mujeres ‘normales’, como las que me cruzo en la calle, donde veo de todo, o tíos que puedan compararse conmigo, o sea, que estén mejor conformados, para poder ver las diferencias.

Pero ya me he liado , como siempre, porque de quien quería hablar es de Carmen Posadas. Antes no reparaba mucho en sus “pequeñas infamias”, pero desde hace unas semanas la sigo más atentamente. Creo que es porque, hace poco, reconocía en uno de sus ‘infamias’ que a veces los tímidos, de puro tímidos podemos parecer verdaderos ‘cardos’. Quizá esa tontería hizo que me reconciliara con esta uruguaya a la que la relación con su marido , Mariano Rubio, y todo lo que se montó sobre ellos cuando él andaba por el Banco de España, hizo que pensara, muy simplemente, que sería una ‘caza fortunas’ o cosa así. A menudo, una campaña más o menos fundada en los ‘medios’, puede que hagamos un cliché de las personas.

Ahora, aquella historia no me interesa para nada. Tampoco me importa su vida privada, tan sólo leo lo que escribe y si me interesa de alguna forma, sigo. Hoy me llamó el título de su artículo. “Hombres: instrucciones de uso”. La considero una mujer abierta, femenina, pero no de las feministas de orejeras, con el conocimiento suficiente de los hombres y también de las mujeres , y no es de las que sólo barre para casa.

En su artículo de hoy glosa el libro de la doctora Louann Brizendine : “El cerebro femenino”. Estos científicos a veces encuentran cosas asombrosas, como por ejemplo, que las mujeres utilizan 20.000 palabras por día mientras que nosotros nos despachamos con 7.000 y vamos que chutamos. No sé cómo logran medir esas cosas, porque yo hay días que a lo mejor no llego a las mil y hay otros que rebaso ampliamente la cuota que tenemos asignada. Depende de muchas cosas, o de las personas con quien trate. Aquellas con las que veo que es inútil hablar, porque no escuchan o no entienden nada, las despachas con tres palabras: ‘hasta la vista’ y hay otras a las que puedes llegar a aburrir contándoles tu vida y milagros...

De todos modos, ella que no suele ser mujer de muchas palabras, y como mujer se preocupa fundamentalmente de sentimientos, cosa que al parecer los hombres no solemos hacer tanto, trata de sacar consecuencias personales sobre este ‘mutismo emocional’ masculino para no agobiar a ‘sus’ hombres con esas insistentes preguntas femeninas: “¿Por qué no hablas? ¿Qué te pasa?” y tener que oír ese “Nada” que tanto les molesta.

Parece ser que de ese ‘escapismo sentimental’ tan frecuente en el hombre, también la doctora ha encontrado su porqué: “la testosterona ,según ella, reduce la parte del cerebro que se ocupa de resgistrar las palabras emocionales”. No hay como la ciencia para dejar a uno tranquilo. Resulta que ahora las jodías hormonas, nos están haciendo ‘mudos sentimentales’. No acabamos de salir de nuestro asombro.

Comentarios

Foodie ha dicho que…
"las mujeres utilizan 20.000 palabras por día mientras que nosotros nos despachamos con 7.000"
eso es porque siempre tenemos que repetir lo que decimos porque los hombres siempre estan en otras :)
Anónimo ha dicho que…
¡Ahora me salen mejor las cuentas!

Pero si hacemos caso a la doctora Brizendine, se trata de 'tripetir', porque parece ser que la repetición no es suficiente:-)

Thanks for your comments
Anónimo ha dicho que…
No sé cuánto influye la testosterona, pero los comportamientos aprendidos durante muchísimos siglos -los hombres no lloran, los hombres tienen que ser fuertes.... y otras lindezas parecidas- se han convertido en algo casi instintivo, que de alguna manera ha "castrado" emocionalmente al varón, para desgracia de ambos sexos.
Por suerte, las cosas van cambiando bastante, a pesar de las "hembristas" mal llamadas feministas.
¡Vamos, digo yo!

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