Mi nuevo cuaderno

Nos élèves cherchent en nous ce qu'ils espèrent de l'avenir.
[ Denys Gagnon ]


Hoy he estrenado mi nuevo cuaderno, donde anoto las cosas que se me van ocurriendo. Es mi verdadero “cuaderno de bordo”, que luego adopta otras formas, pero ésta es la más personal, la más auténtica. Este pequeño gran acontecimiento de estrenar un nuevo cuaderno, ha despertado en mí viejos recuerdos escolares. (¡Ay , cuando volvemos tantas veces la vista hacia el pasado, a su nostalgia, es que vamos notando que debemos aprovechar avaramente lo que tenemos!) Ayer , al comprar mis cuadernos nuevos, tenía aún viva la imagen de aquellos entrañables cuadernos de Edelvives. Los estoy viendo nítidamente. Su portada representaba un sencillo barco, su gran vela desplegada, cargado de libros , escoltado por gaviotas que acompasaban su ritmo, al lento navegar del barquichuelo. Lo que más me llamaba la atención era la gran pluma de ave a guisa de mascarón de proa y aquella leyenda a ambos costados del casco: “ Con la pluma me abro paso”. ( Y seguro que en aquellos tiempos, nadie pensaba en otras plumas más que en las de las gallinas).

Aquellos hermanos maristas de mi infancia , nacidos en las montañas lyonesas (con y griega, de Lyon), tenían a gala cultivar el arte de la bella escritura. Rellenábamos cuadernos y cuaderno , con caligrafías, inglesas, góticas o redondillas. Nos enseñaban cómo había que poner los dedos para coger la pluma, nos indicaban la dirección que debía adoptar el palillero, en los que se alojaba una pluma de “corona”, para que su invisible prolongación apuntara a nuestro hombro.

Aquellos cuadernos tenía la misma cuadrilla que éste, en el que estoy escribiendo. Las letras pueden alojarse perfectamente en la primera de las líneas de las cuatro que componen cada casilla, así las letras quedan perfectamente encasilladas y bellamente uniformes. Aquellos cuadernos no tenían espirales, ni anillas, eran más bien finos , de pocas hojas. Una sabia y sutil astucia pedagógica había enseñado a aquellos frailes que la rutina provoca cansancio, que el cambio es necesario en los niños. Sabían que un cuaderno que durara mucho tiempo repercutía en la calidad de la escritura, por eso había que renovarlos a menudo. Recuerdo que cuando llegaba a las últimas páginas de un cuaderno sentía unas ganas locas de acabarlo , para estrenar un nuevo. Y con el nuevo, surgían “nuevas” ganas de esmerarme, porque me encantaba escribir, me encantaba sentir el placer de deslizar la pluma sobre el papel y que todo resultara harmoniosamente sencillo. Me sentía aprendiz de amanuense.

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No me lamentaré de que las cosas hayan cambiado, no sirve para nada, pero si dejaré constancia de unos hechos. Hoy nuestros chicos y chicas no sienten el gusto de escribir, y me refiero ahora al simple hecho material de “dibujar” textos legibles. No es culpa suya, la práctica de la caligrafía o de la simple copia , si no estoy demasiado equivocado, no se enseña o no se cuida con la atención de antes. Cada cual coge la pluma, el “boli”, hasta el lápiz, como le parece. Te paseas entre las mesas, les observas, y te preguntas cómo pueden deslizarse esos dedos por el papel. Te entregan trabajos que son verdaderos jeroglíficos, no se sabe muy bien si es escritura cuneiforme, medieval o cirílica. Pero repito, no voy a lamentarme, sólo sentir que cosas sencillas pero tan importantes, hayan desaparecido de nuestros hábitos pedagógicos.

Hoy sólo quería dejar constancia de la sensación, el placer y la nostalgia que he sentido al empezar mi NUEVO cuaderno.

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Post-data: Después de escrito este texto, e interesándome por el alcance que puede tener la caligrafía en nuestra educación, he descubierto, con agrado, un artículo de Alfredo Amestoy, sí, aquel señor del flequillo, un poco redicho, sobre el "Elogio de la curva" (en singular), y que si tienen
tiempo y ganas pueden leer.

Si quieren tomen nota: http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?Id=1253

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Yo también tuve cuadernos parecidos, aunque no iguales.Es que soy casi de una generación posterior :) . Se que tuve un cuaderno de "Palotes", cuando en casa me enseñaban a escribir. Y más tarde las caligrafías, en las que debía copiar la limpia letra de mi hermana.
Creo que conservo alguno, muy posterior a éstos, de formato parecido, aunque bastante más gordo que aquellos primeros de la infancia más lejana.
Gracias por permitirme volver, por unos minutos, a aquellos hermosos días.

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