Douce y sus amigos

Hola, me presento. Para los que no me conozcan, me llamo Douce, soy una perrita y tengo ( no sé si decirles mi edad, porque soy algo coqueta), bueno, ¡bah!, se lo digo, pero no vayan proclamándolo por ahí, porque a lo mejor ligo menos con algunos perritos. Tengo seis años y pocos meses. Vivo en casa de mis padres, que me sacaron de un asilo y a los que quiero mucho, ellos también me quieren a mí, muchísimo.

Como no tengo todavía mi blog, y tenía ganas de contar alguna cosa, mi papá me ha dejado un sitio en el suyo. Charlamos a menudo y nos contamos nuestras cosas. Por ejemplo, anoche, me senté a su lado en la cama y le pregunté :

“ ¿Qué lees?”.- El dejó el libro a un lado y me dijo:

Mira, Douce, se trata de un libro que se titula “La dificultad de ser perro”, sé que es un libro que a ti te gustaría, porque habla de los perritos y sus relación con los humanos. Su autor es francés y se llama Roger Grenier, y el libro está dedicado a su perro Ulises. En él cuenta todo lo que vosotros significáis para nosotros , en este caso, como él era escritor, se ha fijado en tus amigos que estuvieron relacionados con escritores y artistas, sobre todo. Como buen francés , es un poco chauvinista y barre bastante para casa, pero eso no nos importa. ¿Quieres que te cuente algo de lo que dice?”

Yo me sentí muy orgullosa de mis congéneres y me gustó que mi papá me quisiera contar cosas de ellos, así que me recosté sobre él y le dejé que me contara , para luego contárselo a ustedes, por si les interesa. Me gusta mucho contar historias.

Hoy voy a hablarles sólo de alguno de ellos, y a lo mejor, si no tengo mucho trabajo (?), en otra ocasión les cuento más historias.

Me empezó hablando de Proust, ese señor tan peculiar y excelente escritor que sin duda conocen y que se pasó la vida tratando de encontrar “le temps perdu”, el tiempo perdido. (Traduzco, porque yo soy medio francesa) . Este señor que vivía por y para la escritura, escribió a Zadig, el perro de un amigo suyo, para revelarle alguno de los secretos que no contaba a sus lectores. Le decía “ La inteligencia sólo nos sirve para reemplazar esas impresiones que te hacen amar y sufrir, por facsímiles debilitados que dan menos penas y ofrecen menos ternura. [...] sólo cuando he vuelto a ser perro, un pobre Zadig como tú, me he puesto a escribir y sólo amo los libros escritos así”.¿ Han visto que fino y que sensible?.

Me habló también de Colette Audry que en su libro "Derrière la baignoire", hace tambalear las ideas convencionales que hay sobre las relaciones de pareja o de familia. El perro lo presenta como un amante, pero va más allá, porque el amante aporta otra cosa que el amor puro. Para ella “ el amor puro no existe entre los humanos. Pero un perro se tiene para amarlo y para ser amado, eso es todo. Incluso si ha sido aceptado por otro motivo, termina siempre así. Esto es lo que el hombre ha hecho del perro”. Yo me permitiría corregir a la señorita Audry y diría “ esto es lo que el perro ha hecho con el hombre”. ¿Están de acuerdo?

Bueno, si no lo están, tampoco me importa mucho, porque yo tengo mis propias ideas sobre este asunto. Y para que no se me enfaden, les cuento otro par de casos. Me habló de un señor antipatiquísimo, un misántropo llamado Thomas Bernhart, que era tan “eso”, que su odio hacia género humano hizo que nos englobara también a los perros por haber tenido la deferencia de acompañarlos. Pero vamos a olvidarnos de la gente que no se aguanta a sí mismo. Prefiero hablarles de Raymond Queneau, un señor muy conocido en su país, entre otras cosas porque escribió un replagiado “Ejercicios de estilo”. Este señor era vecino del escritor del que les vengo hablando y tenía una perra , pequinesa tibetana, llamada Taï-Taï (para mi gusto, un poquitín engreída). Bueno, pues este señor, "monsieur" Queneau, retrasó su entrada en el hospital por no dejar sola a su coqueta tibetana y esto aceleró su muerte. ¿No es para emocionarse?

Y acabo, que no me gusta ser pesada. A pesar de todas estas historias entrañables, he de confesarles una cosa, yo me quedo con otros perros, que me parecen el mejor de los modelos de lo que nosotros realmente somos. Les hablo de los perros de los mendigos, de los borrachos, de los sin techo, de los que sirven a los ciegos, de los que acompañan a eso que ustedes llaman “deshechos de la humanidad”, eso de los que ni siquiera se ocupan los servicios sociales. Nosotros les vemos con otros ojos, que son con los ojos del cariño que son los que ven de verdad. Nadie quiere saber de ellos, pero nosotros sabemos seguirles, comprenderles, acompañarles, llevarles, es decir, quererles.

Bueno, les dejo , porque me he puesto un poco solemne, y no es mi estilo. Les deseo una “perra” vida.( Y no me malinterpreten, ¿eh?)

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