Libertad y culpa

El otro día, hablando con un amigo en la barra de un bar, comentábamos que qué poca gente hay de verdad “libres”, me refiero a sentirse libres interiormente, aunque sean muchos los que se crean libres. No son conscientes de los corsés que llevan puestos, con los que les o se han, vestido o protegido. No vamos a citarlos , porque la lista debe ser larga: normas familiares, religiosas, sociales, laborales, políticas, sindicales, mediáticas, vecinales, locales, internacionales... que desembocan en normas personalísimas, según la permeabilidad de los afectados. Hay contados seres “libres”, Nistche los llamó “superhombres” y fue Hitler y se tomó el rábano por las hojas y ya ven la que montó. Pero la verdad es que son muy pocos los hombres o mujeres que han marcado a los demás el camino de la libertad, de ser ellos mismos.

Pero este introito, me ha apartado de la anécdota que quería contarles. Resulta, que como hablábamos del tema, me contó el caso de un amigo suyo que estaba en un proceso de lograr ser lo más libre posible, es decir de ser él mismo o tratar de acercarse. Me dijo que había decidido acudir a un profesional, en su caso a una profesional, que era más atractivo, para explicarle las cosas que le pasaban por la cabeza y por otras partes. Al parecer, el buen hombre, no tenía una buen imagen de sí mismo, tenía miedo de hacer daño y se lo había contado a la persona de la que hemos hablado. La señorita , me dijo, le había escuchado atentamente y al final le dijo:

- “Tú no puedes hacer daño a nadie”, y su amigo dijo para sí. “ quizá por eso me lo hago a mí mismo”

El amigo que me lo comentaba, se reía un poco, porque le parecía bastante probable que así fuera. Esta anécdota, que al fin y al cabo no es más que una anécdota, me dio que pensar y reflexioné un poco sobre el asunto y me puse pelín trascendente. Empecé a repasar, hasta donde mis conocimientos me lo permiten, la historia del hombre en este mundo, remontándonos a varios siglos antes de la fecha que en occidente tomamos como punto de referencia , lo que estábamos celebrando en estos días.

Desde siempre, las religiones, el poder, la escuela, la familia, han tratado de establecer normas rígidas a las que los hombres debían obedecer para tenerles ocupados en cumplirlas y así no miraran para arriba, a ver quién y por qué había dictado esas normas y no otras, o ninguna. ¿Sería para que nadie cuestionara a los Poderes? Empezando por los dioses: ¿Sería para librarse de la culpa de no haber sabido hacer un mundo mejor? ¿Las religiones impondrían la noción de pecado y de culpa, para que unos pocos pudieran tener en un puño, encogidos, a sus fieles? ¿Los reyes, los poderes políticos, para que no se inventara la guillotina , las revoluciones o la derrota en las urnas, en el más leve de los casos? ¿Los padres , para no enfrentarse a sus propias carencias? ¿La escuela , para no confesar su incapacidad o su propia ignorancia?

Todos han montado sus cuerpos de ejército defensivos: inquisiciones, censuras, castigos, cárceles, excomuniones, y el peor de todos , el destierro al silencio y al olvido...

Así estuvieron los dos, mucho tiempo ‘en la barra del último bar que vieron abierto.Y les dieron la una y la dos, las dos y las tres ... y borrachos de libertad, al amanecer, les encontró la luna...’ cantando como dos Chichos “ Libre, libre quiero ser, quiero ser libre..”

Foto:http://unerevolution.canalblog.com/archives/2005/06/

Comentarios

Entradas populares