Douce, al habla: dos historias de perritos

Hola de nuevo, soy Douce, la perrita de mi papá. Hoy voy a tratar de no enrollarme, como suelo, porque luego mi papá me riñe, y es él que se lía y no hay quién le entienda. Vamos al grano

Hoy quiero contarles dos historias de perritos , que ocurrieron ayer, aquí, en Santander donde vivo. Las historias que yo cuento son verídicas. Éstas dos me las han contado, mi papá, y una amiga de mi papá. Empezaré por la de Mari-Cruz, que es la amiga de mi papá. Esta mañana se acercó a mí, como para contarme un secreto:

- “Mira, Douce, ayer pensé en ti y te voy a contar por qué. (Yo me alegré que se hubiera acordado de mí, y sonreí) Estaba yo en la cafetería, me dijo. Fuera , como te acordarás, hubo un momento, ayer por la tarde, en que llovía a mares. Yo estaba mirando hacia la puerta, y observé algo que me revolvió por dentro. Había un perrito pequeño, negro, más pequeñín que tú, que trataba de refugiarse de la lluvia, supongo. Bueno, de la lluvia y de la lluvia de correazos que le estaba atizando su ama que , al mismo tiempo que le golpeaba, le decía:

- “ Toma y toma, para que aprendas a obedecer”.

La amiga de mi papá salió de la cafetería y recriminó a la chica, de unos veintitantos años, lo que estaba haciendo con el perro. Ella se volvió y le dijo que le estaba enseñando a obedecer, que ella quería entrar a tomar un café y que el perro no le dejaba. Mari-Cruz se dio cuenta, al verle la cara , una chica con síndrome de Down, que quizá no debía haberle hablado en aquel tono enfadado, y le propuso una cosa.

-“ Mira, yo creo que si le tratas así , el perrito no te va a entender. Si quieres , me quedo yo con él un rato, mientras tú tomas el café.” Y la joven replicaba, señalando el cartel de la entrada:

- "Es que ahí pone: "Perros, no"

No hizo falta, la chica entró y mi amigo se quedó tranquilamente en la puerta, esperando a que su ama se tomara el café. Y es que los perritos comprendemos mejor las cosas cuando saben explicárnoslas. ¿No os pasa también lo mismo a vosotros?


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La historia de mi papá es más breve. Ya saben que él tiene predilección por los perritos que acompañan a los mendigos, a los bohemios y a los borrachines. Me dijo , que ayer, al regresar del médico, pasó por delante de un banco del Paseo de Pereda. Se fijó en un señor, de unos 40 años, que libaba su cerveza. Una botella de un litro, SKOL, según me dijo mi papá, porque yo de bebidas no entiendo, aunque sí entiendo muy bien a los que ahogan sus penas en alcohol.

Mi papá me dijo, que pensaba sobre todo en ese perro, para quien su amo sigue siendo un dios, aunque caído y derrotado. Yo estoy segura, como perrita, que mi amigo le da más y mejor calor, que la cerveza que su amo se toma para caldear su ánima y su ánimo.

Y ya está. ¿A qué he cumplido mi palabra y he sido breve?

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