Las dos “Carmen”

AMORES Y CANES

Estaba el Náufrago esta tarde naufragando tranquilamente en casa, huyendo del rito de las compras, y tratando de no verse absorbido por la gente que trata de ayudar a los Reyes Magos a salvar la crisis ya que también a ellos ha llegado. Habría ido a ver la cabalgata, no tanto por los Reyes y los pajes que lanzan caramelos y chucherías sino por ver la cara iluminada de los más pequeños, pero prefirió quedarse en casa,

Se quedó con sus dos ‘Carmen”. Sí, ya ha hablado de ellas en más de una ocasión: Carmen Rigalt y Carmen Posadas. Las dos tienen algo en común y rasgos que las diferencia. Ambas tienen una sensibilidad femenina inteligente, recurren al humor cuando es preciso, quizá más la Rigalt que la Posadas. Pero no quiero comparar porque las comparaciones podrían ser si no odiosas, injustas y vanas. De la uruguaya-española me gusta su exquisita y natural elegancia, de la carmen catalana su naturalidad y desparpajo. Me gusta cuando escribe sobre aparentes nimiedades, hechos cotidianos, sentimientos de a diario. No me gusta sin embargo cuando hace de ‘testigo impertinente’ y habla de las Hilton, los Villalongas, las Lomanas, las Falcó, las Gómez Acebo y demás ‘socialites’, como hace los domingos.

Sin embargo la leo con gusto cuando escribe en su columna, donde aplica su ‘Zoom’ para desmenuzar los detalles más pequeños. Esta mañana, por ejemplo, disfrutaba leyendo sus contradicciones, quizá porque el Náufrago es en esencia contradictorio: “No me gustan las tradiciones, pero cuanto más abomino de ellas, más tradicional me hago”. Pero ‘tradicionalismos’ aparte, lo que más celebró fue cuando habló de “una bolita blanca y diminuta, un pedazo de vida que corretea por el jardín y se enreda entre las piernas como una pelota”. Se trataba de un cachorro de perro labrador que ha llegado a su casa, no para sustituir, sino a suceder a “Mary Trosky”, la gata recién perdida. Me alegré que su gata B, o sea ‘Verónica’, ya tuviera un compañero.

Dejemos aparte el lío que se trae con darle un nombre apropiado a este perro que parece recatado y nada antisistema. Los nombres de Rouco, Ratzinger han entrado en el bombo, pero han sido desechados por distintos motivos. También ha sido descartado el de Peñafiel si el perro tuviera sentido del humor. Al final, seguramente se llamará Isidro o Mariano. Esta es la Rigalt cotidiana que le gusta al Náufrago. Caprichos.

La otra Carmen hablaba ayer en sus “Pequeñas infamias” del efecto Hollywood en el amor, a propósito de la exhibición de una ‘enamorado’ “que se había acostado en las vías y se negaba a levantarse a menos que su novia (allí presente) le prometiera volver con él” y había cortado el servicio del metro durante tres cuartos de hora. En sus opiniones del amor de cine, chantajista, al que algunos llaman ‘romántico’ daba muestras de lo bien que tiene puesta la cabeza y bien situado también el corazón. Hacía alusión a El Principito y lo frágil que es esa flor que llamamos amor y que coviene regar y cuidar cada día, cada minuto. “El alimento del amor es mucho menos ‘cinematográfico’ y mucho más gris, pero también más eficaz. Está en verbos muy bellos como ‘comprender’ o ‘renunciar’. Y también en otros más feos como ‘negociar’ o ‘contemporizar’ “. Quien lo probó, lo sabe, decía el poeta.

Por eso, esta víspera de Reyes, mientras el Náufrago no saldrá de casa sino para dar un paseíto a Douce, ha leído con satisfacción a sus dos “Carmen”.

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