Douce no se mira en ningún espejo

LA REALIDAD EXISTE ¿O LA HACEMOS?

Ignoro si con frecuencia, o sólo a veces, es como si lo que nos rodeara: paisajes, plantas, personas, ciudades, paisajes…el mismo cielo, nos devolvieran una imagen de lo que creemos ser nosotros, un espejo que nos devuelve diferentes sensaciones según nuestro estado de ánimo: nos sentimos pequeños, protegidos, queridos, odiados, sosegados, con recelos… Nuestra realidad, si es que existe una sola, la vemos reflejada, a nuestro modo, cuando miramos el mundo que nos rodea.

Cuando miro a Douce y veo que ella fija sus ojos en mí sin pestañear, es como si me preguntara: “¿Qué te pasa?” Es una pregunta que exige respuesta. Es como si dijera ¿No te adivinas en mí? ¿No ves que lo que soy, soy un poco de ti? ¿No ves que formas parte de mí en mi felicidad? Te revuelcas conmigo cuando yo me revuelvo de contento en el jardín o en la playa. Eres en parte tú cuando yo descanso, también cuando yo decido ir a mi bola y no te hago demasiado caso. Eres yo, cuando obedezco a tus ¡NOOO!, cuando me acerco, con las orejas gachas y decirte: “Ya estoy aquí". Sabes que a veces me cuesta renunciar a lo que me apetece y para que no te enfades, me acerco para que me acaricies, como pidiéndote perdón, aunque yo no sienta ninguna culpa. No obedezco a las órdenes porque me sienta culpable. Nunca me he sentido así. Sólo sé que estás en mí y yo en una parte de ti. Eres tú cuando eres yo.

Y no me metas más en estos berenjenales cuando dices que te miras en los espejos que te rodean. ¿Entendido? Yo soy YO y alguna que otra ‘circunstancia’, pero no necesito mirarme en ningún espejo.