Sánchez Dragó y…

EL CAMINO DEL CORAZÓN

Las relaciones del Náufrago con Sánchez Dragó y toda su ‘Dragontea’, o sea todo lo que dice y escribe, es contradictoria, o si prefieren alternativa, ambivalente. Unas veces le aplaude, otras le satura con su ego. Sólo ha hablado con él una vez, brevemente. Era un curso en la UIMP (la Menéndez y Pelayo veraniega) sobre el recién fallecido Paco Umbral. Formaba parte de un foro-coloquio en el que se analizaba la personalidad del autor y su obra. En su intervención, S.D. insistió varias veces sobre el ‘egotismo’, que no egoísmo, del autor de “Mortal y Rosa”. El egotismo es un término robado al inglés que puede identificarse “con el concepto de excesiva importancia concedida a sí mismos y a las propias experiencias vitales”.

Al terminar la charla, bastante amena, el Náufrago se acercó a Fernando y le dijo algo así: “Hablando de ‘egotismo’, el suyo no desmerece en nada del de Umbral”. Él sonrió, con esa sonrisa suya entre orgullosa y guasona y dijo más o menos. “El egotismo es una manera necesaria para andar por la vida. Reconozco que soy egotista”. No duró mucho más la charla.

Después de esta introducción, posiblemente evitable, pero no olviden que hablamos de ‘egotismo’ y ‘egotistas’, hoy toca hablar del Sánchez Dragó interesante, culto, moviéndose entre la realidad y el misterio. En su columna de hoy, titulada “El camino del Corazón” como uno de sus libros, cuenta lo siguiente:
“Ignacio Laguarda dejó en agosto de 2005 un ejemplar de mi novela 'El camino del corazón' en la mesilla de noche de un hotelucho del barrio hippy de Kaosán, en Bangkok, con una dedicatoria que decía: "A quien tenga la suerte de encontrarla". Otro mochilero la leyó y también la dejó. El libro fue pasando de mesilla en mesilla hasta que, años después, llegó su autor a una playa tailandesa, alquiló un 'bungalow' y encontró bajo su techo la novela escrita por él tres lustros atrás con la dedicatoria citada.”
Por supuesto aquel libro quedó en la mesilla del 'bungalow 'que él había alquilado y que misteriosamente había vuelto a sus manos, para que siguiera su ‘camino”. Un día contó la historia en un programa de radio. Laguarda, lo oyó, sintió un poco de escalofrío y le envió un mensaje: "Tu historia me obliga a replantearme la pregunta de si el destino existe. Es difícil, cuando prodigios así se obran, hacerte a la idea de que las cosas son fruto del azar".

Quizá este mundo que tanto nos agobia y al que a veces no le encontramos un sentido concreto, nos aconseja que sigamos “El camino del corazón”

Comentarios

PENSADORA ha dicho que…
Más que del corazón, a veces, de lo inexplicable, de lo sorprendente...
Douce ha dicho que…
Quizá el Principito, acertó cuando dijo aquello de "... lo esencial es invisible a los ojos" . No debemos pensar que sólo existe lo 'evidente'

¿Por qué no?
PENSADORA ha dicho que…
Exactamente! lo que pasa es que lo evidente resulta más cómodo pero, en una sociedad "desarrollada" bajo el estado (crisis mediante) "del bienestar" ¿quién quiere comodidad?.

Yo no, me aburriría.
Campurriana ha dicho que…
No hay cosa que más me moleste que escribir un comentario y que se borre por arte de magia de Blogger. Y es que últimamente me ocurre bastante...

En resumidas cuentas, Náufrago, hablaba de mi relación paradójica con S.D. y esa atracción por el egotismo necesario para poder continuar con dignidad.

Todos nos merecemos nuestra propia atención por nosotros y por los que tenemos al lado, si es que los últimos merecen la pena...si no, con mayor motivo debemos "atendernos"...

Regreso filosófica del camino que he comenzado. Mañana parto hacia otros destinos más lejanos...pero seguiré caminando...

Felices días, navegantes.

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