Morir sin hacer ruido.

ANIVERSARIOS SILENCIOSOS

“Decía mi maestro que deseaba morir sin llamar la atención de nadie; que su muerte pasase completamente inadvertida. Un mutis bien hecho –añadía aquel buen farsante- no debe hacerse aplaudir.”
Juan de Mairena


Hoy ha llegado a mi buzón este sencillo e ilustrativo homenaje a Antonio Machado. Este pasado 23 de febrero, hacía 70 años que moría, enfermo del alma y pobre, en aquel hotel de Bougnol-Quintana, en Coillure donde su madre y él habían sido acogidos y fallecieron, con apenas tres días de intervalo. Su muerte fue silenciosa, como lo había sido su vida y el Náufrago tiene la impresión de que este aniversario también ha pasado algo en silencio, cuando otro poeta y amigo ha despertado más recuerdos y homenajes. Pero eso no es lo importante, lo que importa es que no se borre el recuerdo del hombre que ‘desdeñaba las romanzas de los tenores huecos / y el coro de los grillos que cantan a la luna.’ Que se dedicaba a 'distinguir las voces de los ecos, /y a escuchar solamente, entre las voces, una.'

Un día hablando con Jacques Baills, amigo y ‘administrador del hotel, le preguntó
-“Pero, hombre de Dios ¿Cómo no ha dicho a nadie quién es?”

- Amigo Baills – le respondió - , hay muchas cosas que, por excesivamente personales, conviene hacer lo más discretamente posible. Fíjese en todo lo que pueda llegar a crearse en el teatro. En el teatro, los mejores mutis no son los más aplaudidos, porque estos interrumpen el desarrollo normal del drama, sino los más discretos. Al fin, ¿no es la vida una comedia, o una tragedia, como usted quiera, en la que cada uno representa el papel que le corresponde? Hay que intentar representarlo lo más dignamente, es la única satisfacción que nos cabe, cuando caiga el telón. Yo ahora soy, sencillamente, un republicano español, derrotado y viejo que ha buscado refugio en la tierra de ustedes y a quienes ustedes distinguen con una serie de atenciones y buen trato que, se lo digo sinceramente, me conmueve” (J. Gómez Burón: Exilio y muerte)
El Naufrago recuerda en este momento, cuando hace algunos años, visitó la tumba del poeta sevillano en Coillure, un pueblo que le olía a salazón de pescado. Ante su tumba, siempre cubiertas de flores y mensajes, pudo leer la carta de un niño español que había pasado por allí en un viaje escolar.

“Ayúdame a comprender lo que os digo, y os lo explicaré más despacio
Juan de Mairena

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