Apuntes matutinos

¡QUÉ BELLO ES VIVIR!

Esta mañana el Náufrago se echó a la calle. Dice él que para hacer algunas 'gestiones'. Total, que se dio cuenta que al fin y al cabo, el mundo es una ‘Cola’.


- Llega a una librería en busca de un libro que le había recomendado una amiga que le conoce muy bien: “Piensa menos, vive más”, y a fe que ha tenido que echar mano de él. Al llegar a la sección correspondiente, ve una cola enorme y empieza a apuntar su natural impaciencia. Pregunta a una conocida el porqué de tanta gente en esta época y le dice que es para comprar los libros de texto del curso que viene. El Náufrago no entiende este ‘masoquismo maternal’ (la mayoría era público femenino), y se da media vuelta.

(*De cómo consiguió el libro, no se dará parte en esta crónica)

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- Sale de allí para hacer otra gestión burocrática y le ocurre algo parecido, pero menos. Decide no ponerse nervioso acordándose del libro y deja de pensar cuánto falta . Para no pensar se distrae observando el ambiente sin hacer caso a la cola. Felizmente la cosa va más deprisa de lo esperado y se felicita de ‘haber vivido’ y no haber pensado.

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- Acude al tercer sitio. Una cuestión médico-burocrática. Lo mismo. ¿Que cómo estaba la ‘plaza’? ¡Abarrotáaa!. Pregunta quién es el último ‘colista’ y se sienta tranquilamente a leer el libro de marras, mientras le toca el turno. En otra circunstancia, hubiera aumentado, pensando, su impaciencia, pero sabe que dejando funcionar a la mente no va a lograr más que aumentar su angustia, así que en lugar de ‘pensar’, se dedicó a ‘vivir’, es decir: leer

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- Salió al fin sin demasiado agobio. Circulaba por el centro de la ciudad que está con la fiebre del ‘Plan E’, o como se llame. Es decir, calles principales levantadas y cortadas al tráfico, la plaza del Ayuntamiento también en obras. Ni que decir tiene que todo es un concierto de ruido de martillos, de excavadoras, hormigoneras y demás monstruos metálicos. Inútil razonar por qué estas obras se llevan a cabo en pleno mes de agosto cuando la ciudad rebosa de gente y más si no ha amanecido un día playero.

Menos mal que el Náufrago para el plan auditivo tiene sus propios remedios. Sin embargo no entendía cómo los bancos cercanos al edificio del Ayuntamiento estuvieran llenos de jubilados, aguantando estoicamente el ruido infernal de las taladradoras y demás instrumentos acústicos. A no ser que ese ruido no afectara a su clóquea.

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-Volvió al parking a recoger su coche… Ya habrán adivinado con lo que se encontró el Náufrago… Al parecer la máquina traga-tickets se negaba a dar paso a un billete de 10 euros…

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- Al fin cogió el coche, salió del tormento ciudadano, y se puso a la ‘cola de los coches’. Casualmente debía haber llegado hacía poco el Ferry de Southampton y una caravana de vehículos made in Britain rodaban por el carril conveniente hacia la zona playera. El Náufrago se propuso no acompañar la banda de cláxones y tambores y decidió que en el primer ‘hueco’ que encontrara libre dejaría su vehículo.

Inútil decir que llegó hasta el otro extremo de la ciudad. ¡Por fin!, respiró. Cogió sus bártulos y bajó a la playa. Afortunadamente había bastante sitio y reinaba la paz, si no fuera un niño que debía tener vocación de biólogo y no hacía más que pasar por encima de las piernas a la caza y captura de bígaros y una birria de mejilloncitos. Pero tampoco hay que ser tan exigente. En el agua encontró la paz. ¡Por fin!