Callejeros

CRÓNICAS DE VERANO

Los ví ayer, llevaba prisa y apenas pude detenerme. De vuelta, crucé la calle para verlos de nuevo y dedicarles unos momentos. Seguían estando allí, él sentado en la acera, apoyado en la pared del edificio de Correos. El lugar es muy transitado a cualquier hora del día . Ayer, serían las ocho de la tarde cuando me detuve a verlos. Él probablemente pasaba los sesenta. Es difícil calcular la edad de las personas que tienen por casa la calle, la pena, la soldedad y la miseria como vida. Cubría su cabeza con una gorra visera gris, grandes gafas, barba blanca y una expresión desde la que sólo hablaba el lenguaje de una vida de soledad. Llamarla 'vida' es casi una burla.Pero allí estaba él, viendo pasar a la gente. La mayoría no osaba mirar de frente, como si la soledad y el desarraigo fueran contagiosos.

Junto a él , tenía una bolsa, un carrito de la compra, una botella de agua, un cuenco con comida y un bebedero. En la mano, una cestita de mimbre donde había recogido algunas monedas que no pasaban de cinco euros. Delante de él una caja de cartón, servía de 'caseta' a una perrita negra de pelo fino y cinco cachorritos negros y pardos que apenas podían abrir sus ojos. La madre, un rostro muy vivo, a veces cubría a sus cachorros, otras se levantaba. Sus ubres estaban preparadas para amamantar a sus cinco crías.

Ahora sí, alguna gente se había acercado atraída por la ternura que despertaba aquella escena de desamparo callejero y de amor materno. Algunos al ver detenerse a algún visitante se unían al corrillo y dejaban alguna moneda en el cestillo que ofrecía el dueño. Sin duda la compañía de su perra y sus hijos servía de 'anzuelo' para atraer a paseantes que de otro modo hubieran pasado sin reparar en el 'mendigo'. Estamos tan acostumbrados a ver la soledad y la pobreza viviendo en la calle...

Hoy el Náufrago pasó de nuevo por allí. Quería volver a verlos, charlar un poco con habitante de la calle y preguntarle por él y por el destino de los cachorros. Le dio unos euros y le preguntó si le importaba que sacara algunas fotos. No sé si por la dádiva o porque de tanto estar en la calle, no le importa que fotografíen su cara, aceptó con una sonrisa triste. Al preguntarle por el futuro de los perritos no supo contestarme, seguramente no entendía bien nuestra lengua. Sólo una nueva sonrisa fue su respuesta.


Comentarios

Sylvia Otero ha dicho que…
Mientras leía tu entrada pensaba que la perrita y sus cachorros serían un buen anzuelo, cosa que después comprobé que tú también lo pensabas.

Si tu vieras la gente que duerme aquí en las calles o los niños que piden, o los que te paran para limpiarte el parabrisas y los compararas con el señor de la foto, éste sería un gentleman.

La perra y los perritos divinos!!

Un beso,
Julio ha dicho que…
Lo de pedir en la calle se nos ha hecho tan 'normal' que a menudo pasamos de largo. De tal manera que los 'mendigos' tienen que buscar su propia 'publicidad' para atraer a los paseantes y 'conmoverles' un poco.

Me recuerda la anécdota de aquel publicista que vio a un ciego pidiendo limosna en la calle,con un cartel que decía:"Una limosna, por favor, soy ciego". Pasaba la gente por delante de él y muy pocos se detenían a dejarle algunas monedas.

El publicitario le pidió que le dejara el cartel.El mendigo aceptó. El ejecutivo le dió la vuelta al cartel y escribió sin decirle nada. Para su sorpresa, el ciego notó cómo sus 'ingresos' aumentaban.

Unos días después el publicitario volvió a pasar por allí y le preguntó: "¿ Qué tal?" El ciego le reconoció y entre agradecido y extrañado le preguntó qué es lo que había escrito. Y él le respondió: "Nada de particular, sólo la verdad"

"ES PRIMAVERA Y YO NO PUEDO VERLA"

Besos
María ha dicho que…
¡¡Buenos días Julio y Douce!!

Por fin aquí, ¡¡qué gusto!!
Pues fíjate, casi tienen mejor pinta los perritos y su madre que este pobre buen hombre.
Por lo que cuentas, parecía extranjero ¿quizá los tenía allí por si alguien quería adoptarlos?
La mendicidad es algo de lo que todos somos culpables, pero lo que no soporto, son los que abusan de la buena fe de los transeúntes a base de dar pena o con niños o con animales, yo a esos les daba dos azotes en el culo y andando...ja,ja,ja
Es broma, que a mi no me gusta pegar a nadie, pero es verdad que si de verdad hay necesidad, pues bueno ¡¡qué se le va a hacer!! y si hay que ayudarles con algo pues también, pero a los abusones, ni un hola.

Montón de besos.

P.D. Precioso el montaje de las fotos, eres un artista.
Julio ha dicho que…
Hola, María

A veces, la pobreza y la miseria se ven obligadas a salir a la calle. Y no están todos los que son, quizá no son todos los que están.

Puede que haya algunos que se han acostumbrado a este tipo de vida y gente que explota a criaturas. Pero los hay que no encuentran otro modo.

De todos modos comprendo que algunos sientan la necesidad de sentirse acompañados de su perro. (no me refiero al caso especial que he comentado) pero siempre he admirado a esos perros que pasan horas y horas acompañando a su dueño.

Besos de parte de Douce y el Náufrago

Entradas populares