Lucky

CHARLAS VERANIEGAS


- Hola, ¿qué lees?

- Hola, Douce. El periódico. En realidad no leía, estaba releyendo una historia que me llamó la atención el otro día y que quería contarte.

- Vaya, es como si yo fuera un niño pequeño al que sus papás le cuentan cuentos. ¿Es para que me duerma?

- Tú no necesitas que te cuente cuentos para dormirte. Entre otras cosas, porque te duermes cuando te sale de las narices, pero sí quería contarte la historia de Lucky, un perrito.

- ¿Algo que reprocharme?

- Tengo muy pocas cosas que reprocharte, al contrario, tengo mucho que agradecerte.

- Pues si es así, tío cumplido, cuéntame la historia de Lucky, porque ardo en ascuas y has picado mi curiosidad, que es mucha.

- Si no me interrumpes más, te la cuento. Lucky, como tú, salía todos los días con su mamá, Mabel. Daban varias vueltas por los alrededores y luego regresaban a su casa.

- Hasta ahí, nada de particular. Lo hacemos varias veces al día.

- Es cierto, pero recuerda también algo que se parece un poco a lo que te voy a contar, si no me interrumpes más. Lucky conocía muy bien el camino de vuelta a casa, pero un día él y su familia cambiaron de domicilio y se fueron a vivir a las afueras, a una zona que él no conocía.

En uno de esos paseos, su mamá, que no le llevaba atado, perdió de vista a Lucky (¿te recuerda algo eso?). Total que Lucky se perdió y no supo volver a casa. En su desorientación, se puso nervioso y empezó a andar por calles y lugares que no conocía. Su mamá preguntó a toda la gente que pudo si alguien le había visto. Nadie supo darle noticias de él. Mucho más tarde, cuando ya anochecía una voluntaria que trabajaba para una asociación de animales le encontró desorientado y perdido, sin ningún dato que lo identificara. Lo recogió pensando que estaría abandonado y lo llevó a su centro.

- ¿Y qué pasó después?

- Pues pasó que la mamá se quedó muy triste y transcurrieron cuatro años sin encontrar a Lucky. Mientras, Frutti, seguía en su casa de acogida con sus nuevos cuidadores y un montón de perritos

- ¡Alto ahí! Que me he perdido. Me estabas hablando de Lucky y de pronto me hablas de un tal Frutti. No entiendo nada.

- Te explico. En su nueva casa, como Lucky no llevaba ninguna placa, ni chip, ni algo que le identificara, los nuevos dueños le pusieron el nombre de Frutti. Y ahora sigo. Como te decía, habían transcurrido cuatro años y Mabel, su mamá, había perdido la esperanza de encontrarle. Pensó entonces que era hora de adoptar otro animal que cubriera la ausencia de Lucky (Frutti).Empezó a mirar en las webs de distintas asociaciones de la zona las fotos de los albergados hasta que de pronto le dio un vuelco el corazón y los ojos se le llenaron de lágrimas: ¡Era él, Lucky! Llamó nerviosa a la asociación y explicó su caso. Acudió al centro y después de tres intensas entrevistas pudo confirmar que era la verdadera propietaria.

- ¿Y se lo entregaron?

- Sí, el resultado de las entrevistas resultó positivo. Cuando se lo entregaron, “al principio, cuenta Mabel, se puso muy nervioso, tiraba de la correa para un lado y para otro, pero cuando me miró a los ojos y le llamé, se puso histérico y comenzó a ladrar. Yo rompí a llorar desconsoladamente. Estaba muy emocionada. Por fin había encontrado a mi Lucky

- Vaya, yo también me he emocionado. Me he identificado con él y he pensado cómo me hubiera puesto yo, perdida, y cuatro años sin veros.

- Yo también lo he pensado. Por eso te he contado la historia para que veas lo afortunados que somos y sepamos apreciarlo aún más.

Comentarios

lola ha dicho que…
Debe ser terrible perder un animal querido. Tuvimos una experiencia parecida con nuestra gata Misha, duró apenas unas horas, pero puedo asegurarte que jamás nos habíamos angustiado tanto. Un año nos la llevamos de vacaciones, no íbamos muy lejos. No la dejábamos salir por temor a que se perdiera, pero ella decidió explorar la zona en plena montaña. Estuvimos buscándola por los alrededores. Tardó en regresar unas horas y cuando apareció, nos convirtió en los seres más felices de la tierra.
Besos para Douce y su papá.
Julio ha dicho que…
Sabemos un poco de esa experiencia y conocemos la angustia que se siente. Nos pasó una vez con Douce, y aunque no fueron horas,sino apenas media hora,recordamos como nos sentimos, cinco personas dando vueltas por el barrio hasta que apareció, tan tranquila, como si no hubiera pasado nada.

Puedo imaginarme un poco lo que vosotros sentiríais buscando a Misha. Por eso me llamó la atención la noticia y quise 'contársela' a Douce. Me imaginaba la emoción que sentiría Mabel cuando se encontrara de nuevo con Lucky, después de tanto tiempo.

Besos para vosotros, de parte de Douce y del Náufrago

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