La danza de los árboles

EL BAILE VERDE

Hoy, durante el paseo matutino de Douce, mientras ella olisqueaba y ‘leía’ los mensajes que sus amigos le habían dejado, el Náufrago se entretuvo mirando los árboles que pueblan los alrededores de la casa.

Soplaba una ligera brisa y observó cómo cada uno de los árboles tenía una particular forma de bailar al compás que marcaba el viento. Los sauces movían sus largas y lloronas ramas como si movieran con un ritmo peculiar sus largas faldas. Allá en la cumbre, un esbelto chopo agitaba sus hojas como si fueran castañuelas que jaleaban la mañana y las palmeras movían con gracia el abanico de sus hojas. El viejo olivo apenas podía mover sus ramas recién crecidas y el adusto y gigantesco plátano, con sus ramas rotas y secas por recientes vendavales, apenas tenía ganas de fiesta. Mientras tanto los tejos y los fresnos se sumaban a la danza agitando levemente sus brazos. Era hermoso ver la danza de los árboles,

Y ajena a tanta danza, Douce seguía la ruta de su olfato sin prestar gran atención al baile de sus hermanos los árboles que para ella reservan otros ‘encantos’


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