Duelo e hipocresía

Pueden, es más, se lo recomiendo, que se ahorren el leer esta entrada porque no tiene ni pizca de humor y rezuma pesimismo. Si a pesar de la advertencia la leyeran, no hagan ni caso y acháquenlo a que el Náufrago no está de humor, sino más bien de malos humores. Douce ni me mira.

No me gusta demasiado hablar de política y mucho menos de atrocidades terroristas y cómo hay muchas maneras de alimentarlas. Sí, ya saben eso de tiros en la nuca o mucho más cómodo y destructor, eso de robar un coche, o tres, cargarlos de muerte poner en hora el destrozador y ¡boom! un montón de metralla que hace saltar por los aires cuarteles, patronatos, bancos o lo que pillen.

A veces, demasiadas veces , entre los escombros aparecen hombres o mujeres que como decía Gila ‘no son de la guerra’ y mueren de la muerte más cruel y más estúpida , si es que hubiere muertes que pudiéramos llamar ‘razonables’.

Pero lo peor no es eso. Luego vienen las homilías de consuelo, los pésames, algunos fariseos, otros más sinceros, los llantos de días, las pomposas y hueras declaraciones de los políticos aludiendo a no sé que “peso del Estado de Derecho” que ya ni se sabe dónde está, después de tanto chalaneo. El Náufrago no cree demasiado en ‘ese’ Estado de Derecho si no son más que palabras altisonantes que desmienten los hechos. El Náufrago ha perdido la fe, también en el Estado de Derecho, y no cree en “los derrotaremos”, porque ve entre los que dan el pésame y ponen cara de duelo -¡cuánta hipocresía!- a los que seguirán alimentando de mil formas a la Bestia.

El Náufrago no pensaba escribir esta entrada , pero leyendo el periódico encontró en la sección “El ruido de la calle”, que mantiene Raúl del Pozo, algunos párrafos que le hubiera gustado tener la maestría y propiedad de escribir: “Asistimos nuevamente a la industrialización de la hipocresía, a los discursos farisaicos, al estreno de modelos en las catedrales. Saquen el moquero, aprieten el culo y sigan. Vienen tiempos atroces”.

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