Bocaditos de cielo

DE LOS FOGONES AL CIELO

El Náufrago que ya ha prescindido de la tele en el 90% de su programación y en igual medida ha dejado de escuchar las tertulias nocturnas radiofónicas, está planteándose seriamente en regular estrictamente la lectura de la prensa y limitarla a determinados artículos y reportajes que nada tengan que ver con réplicas y contrarréplicas de políticos, o noticias que hablen de bolsa, crisis, recesión, morosidades, wall streets, euribors y bushes... Es pura cura de serenidad interior y ahorro de berrinches.

Confiesa con sinceridad que cada vez que lee editoriales, columnistas, noticias nacionales, páginas económicas, su ánimo se avinagra y siente una sensanción de hartazgo y unas ganas infinitas de mandar a autores y relatores al santo carajo.

Hoy, para quitarse el mal sabor de boca que le había dejado la lectura de editoriales, opiniones y mutuos desmentidos se detuvo en una noticia que le endulzó la vida con sus “Bocaditos de cielo”. Ya era hora de que el cielo se apiadara un poco de nosotros, porque cada vez está más lejos. La historia en cuestión va de dos monjas de clausura de un convento segoviano que hacen sombra con sus rallados de limón, batido de huevos y espolvoreo de harina a los Arguiñano y otros chefs de alto copete.

Sor Liliana, que así se llama la más joven, es colombiana y entró en el convento a los 15 años. Hoy tiene 23. Sor Beatriz es burgalesa y ronda los 80. Son las dos ‘presentadoras’ de estos “Bocaditos de cielo”, que deben saber a gloria y es el título que ha dado al programa el Canal cocina” todos los martes.

Ambas ‘sores’ no aspiran al ‘estrellato’. Lo suyo, como dice sor Beatriz, “es cumplir la voluntada de Dios prestando un servicio a la Comunidad, ya que dependemos de la obediencia” ( ¡Qué bien se tiene aprendida la lección!). Sin embargo, ella que aprendió los trucos celestiales de las “madres antiguas” es una mujer temperamental como buena castellana según comenta sor Liliana, mucho más pacifica y tranquila quizá por proceder de tierras más suaves y cálidas.

Las dos ‘chefs’, o ‘chefas’ no trabajan desde ningún tabló. Son monjas de clausura y desde su cocina, presidida por un gran crucifijo, algunas imágenes y antiguos calderos muestran al exterior sus habilidades, explican con naturalidad y sencillez sus secretos culinarios que por supuesto saben a cielo. El único inconveniente que encuentra sor Beatriz a su divina cocina, es que tanta dulzura incite a la gula, feo pecado. Pero no ignoran el remedio porque están al tanto de la moda: “Esperamos que no ahora que tanto se preocupan por la línea..."
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Canal Cocina

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