...Y Tejero cogió el metro

TREINTA AÑOS DESPUÉS

Ver referencia.- Ángel FUEYO. "El Mundo Orbyt"

Hay dos fechas que han marcado eso que han llamado “Transición”. ¿Transición hacia qué? En realidad no sabemos bien si estamos todavía en ella o caminamos hacia la ‘tercera fase’ a la que no podemos bautizarla, aunque habría bastantes nombres que adelantarle. Seamos prudentes. Las dos fechas que mencionábamos están resumidas en una cifra y una letra, mayúscula: 23-F, 11-M. Han sido dos fechas ‘definitivas’ en el sentido etimológico: ‘marcar límites’. Mucho se habrá escrito sobre la primera y ríos de tinta habrán corrido para intentar acercarse a la segunda.

Digan lo que digan, especulen lo que especulen, disfrácenlo como quieran, no se nos ha contado TODA la verdad de la una y de la otra. Quizá pase esta generación y no se haya clarificado todo lo que hubo detrás de aquel “Todos al suelo” y el “Que corra la bola” más cercano. En ambas situaciones no se ha juzgado a ninguno de los verdaderos responsables. Hemos preferido darlo por ‘regular’ y mirar para otro lado o seguir discutiendo sobre si fueron galgos o podencos.

Dentro de tres días ‘festejaremos’ lo ocurrido en la primera fecha. Volveremos a oír la votación en el Congreso de los Diputados: “Don Manuel Núñez Encabo… un “¿Qué pasa…? Rumores y de pronto ver aparecer el tricornio de un Teniente Coronel con su pistola, su bigote, sus ‘muchachos’ y su voz rotunda resonado en el hemiciclo “¡¡Quieto todo el mundo!!... ¡Al suelo! Un cuerpo pequeñito trata de llegar hacia la voz y se ve rodeado de metralletas…Refriega…ráfagas dirigidas al techo…cuerpos abajo entre los escaños. Sólo dos hombres permanecen en su sitio: el uno sentado en su escaño, el hombrecito de pie, en jarras, haciendo frente a los disparos. Una imagen que quedará para siempre en nuestra historia presente, que hemos tratado de borrar, pero seguirá viva en los que vieron esos hechos, por mucho que tratemos de olvidarla. Los dos verdaderos ‘protagonistas’ ya no pueden contarlo, por distintos motivos. Hay muchos más que no quieren recordarlo.

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El hombre del tricornio hizo una pausa, intentó tirar al suelo al hombrecito, pero no pudo. Desde su escaño, el hombre sentado le señaló su puesto, poco a poco los de la primera fila de la derecha se fueron incorporando a sus puestos. Los demás seguían en el suelo vigilados por las metralletas. Una pausa llenó la sala de silencio…Nueve largos minutos que parecieron siglos, mientras los agachados iban sentándose en los bancos, manos extendidas por ‘órdenes superiores’. Una nueva voz subió al estrado y ‘tranquilizó’ la sala:

- “Buenas tardes. No va a pasar nada, dijo paternalmente la voz, vamos a esperar a que llegue la autoridad militar competente para disponer lo que tenga que ser o él mismo nos diga a todos nosotros…”

Hoy, treinta años después, se dice pronto, aquel hombre orgulloso y desafiante del tricornio, no está subido al estrado, pistola en mano. Camina por la calle, se sienta en el andén, se sube al metro y allí espera. La mirada perdida, o sigue con la vista a una joven sudamericana cuando cruza el pasillo… ¿Dónde quedó su altivez? ¿Qué siente ahora, octogenario, cuando en la noche reviva aquellos momentos en que tuvo a España en el suelo, y se sentía dueño y ahora no le reconocen los viajeros que se sientan a su lado?

Y nosotros ¿Qué pensamos? ¿Tan viejos nos sentimos?