Sentimientos, emociones

D.BENITO SE ECHA A LA CALLE

D. Benito es un señor de cierta edad, pero no podríamos decir que es un hombre curtido emocionalmente, a pesar de haber tenido una vida no excesivamente fácil. Pero eso merecería bastantes más capítulos. En realidad su edad emocional se halla más cerca de la de un niño que a la de un adolescente. Eso no quiere decir que en otros aspectos tenga muchos otros valores que tampoco viene al caso mencionar. No obstante, por su campo emocional se pasean con velocidad todas las sensaciones y emociones que crean con facilidad y en variada gama, sus neuronas: amor, ternura, miedo, entusiasmo, angustia, rabia, paz, inquietud, serenidad, ilusión, perplejidad, apatía, resentimiento, culpabilidad, empatía, creatividad, incredulidad, admiración, impaciencia, plenitud, vacío… Así, podíamos seguir hasta dar por cumplida esta lista interminable.

Cualquier ser humano puede reconocerse en este vaivén de sensaciones, pero la peculiaridad de D. Benito es que es sumamente permeable a estos cambios emocionales. Ayer anotó algunos de los estadios por los que había pasado en la mañana. Lo primero que le produjo una sensación entre compasión y ternura fue ver a un hombre joven, rubio, con aire de extranjero, que sentado en una acera, esperaba la caridad de los viandantes que se cruzaban sin reparar en él y en sus dos perros que , sentados como él, hacían guardia a ambos lados, mientras él les acariciaba la cabeza. Aquella visión le emocionó.

Poco más tarde entró en una sucursal bancaria, tratando de recuperar su tarjeta de crédito que había quedado atrapada en el cajero la tarde del jueves de esta larga semana de festejos. La serena acogida de la gestora bancaria desarmó toda la rabia que había acumulado cuando en pleno ‘puente’ había perdido más de media hora hablando por teléfono inútilmente para obtener su tarjeta o su dinero. El enfado se tornó en paciente aceptación. La serena y sensata explicación, aunque no convincente, serenó en gran parte su ánimo.

Al salir, su modesto utilitario había quedado atrapado en una zona azul porque un lujoso BMW estaba cruzado en la calzada e impedía su salida. Esperó algunos minutos por si aparecía el propietario. Nada. Entonces recurrió al sistema de tocar el claxon varias veces, pero seguía el taponazo. Al cabo de algunos minutos apareció un señor bien vestido, de buen porte y pésima educación, que se dirigió a abrir la portezuela del coche sin un ‘perdone’ o un ‘disculpe’. La sugerencia de D. Benito sólo logró que el 'amable' conductor farfullara unas palabras de mal tono y peor talante, con lo cual D. Benito se sintió doblemente molesto, por no decir gilipollas.

Menos mal que cuando llegó a casa y acompañado de su perra fue a comprar el periódico, los elogios, los piropos y las caricias al animal, le llenaron de satisfacción como si se los hubieran dedicado a él. Y es que D. Benito es pura sensación.

Comentarios

M. Luz ha dicho que…
Creo que has redactado mal y que querías decir lo siguiente:
"D. Benito se sintió doblemente molesto, por no haberle llamado gilipollas".
Queda mucho mejor, ¿no te parece?
:)

¿O será que yo soy más vulgar?

Besos.
Sylvia Otero ha dicho que…
Decile a D. Benito que no es el único que pasa por esos cambios emocionales.

Que hay muchas personas alrededor del mundo a las que les pasa las mismas cosas y sienten que nunca llegarán a la madurez emocional.

Eso no será un gran consuelo, pero ..

Un beso,
Douce ha dicho que…
M.Luz

Creo que la redacción que propones sería la más correcta y muy apropiada.

A lo mejor, algún día, de algún año, D. Benito se arma de un caparazón de ésos.

No es vulgaridad, es llamar a ciertos personajes por su nombre.

Besos.
Douce ha dicho que…
Hola, Sylvia

Sé que los 'males' de muchos sólo consuelan a los tontos, pero alivia un poco no sentirse tan raro.

Se lo diré a D. Benito y seguramente se sentirá algo acompañado. Sé que estas cosas sabe agradecerlas.

Besos

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