Don José Blanco y Sigma Dos

El Náufrago desconfía cada vez más de las encuestas de opinión. Aclaremos. No es porque no crea que reflejen, más o menos la opinión pública, sino porque no cree que esta opinión se acerque a la verdad de los hechos. Ya sabemos cuáles son los ‘medios’ de domesticar a la masa y hacerles creer lo que conviene de acuerdo con sus intereses.También cabe la posibilidad de que el Náufrago se esté volviendo más raro. Nada de extraño.

Cuenta hoy la “Sigma Dos” de turno que D. José Blanco López (ex-Pepiño) es el que peor aceptación tiene entre los ministros elegidos para el nuevo gabinete. Nada menos que el 40% le da su NO, el 38’3% aprueba su elección y el 21’7% restante se hace el sueco. El Náufrago no concuerda con la opinión publicada. El azote del PP, durante su etapa de secretario general ha sido, como todas las oposiciones, simplista pero eficaz tal como reclaman siempre los adeptos. D. José se mueve con bastante soltura por los escenarios y las tramoyas mediáticos, sabe apretar en los callos sensibles sin entrar en profundidades que a los multitudes no les interesan.

No sé si gestionará bien o regular eso de las obras públicas y estructuras nacionales, pero sabrá vender lo poco o lo mucho que le digan que haga, sus técnicos y asesores. No se perderá entre los papeles y las incongruencias, como doña Magdalena 'aquí no me doblo, ahora no me parto'. Tendrá el aguante suficiente para negar, si es preciso, que se haya producido ningún atasco, no le cogerán los pronósticos meteorológicos, ni viajará a Siberia para ver cuánta sal hay echar en las carreteras cuando cae la nieve. Dirán algunos que se lo han dejado muy fácil y que es difícil venderlo peor, cierto, pero D. José sabe cambiar las piedras por panes si lo necesita nuestra red viaria.

Ánimo D. José, amigo conductor, las carreteras nacionales son suyas, como decía la vieja copla.
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NOTA BENE: El que el Náufrago diga que D. José sabrá vender la mercancía sea la que sea, no quiere decir le caiga muy bien el personaje y sus maneras. Sólo trata de decir que, a su parecer, sabe nadar bastante bien por las turbulentas aguas de la política y sus cascadas.