Una lección encantadora

LA HISTORIA DE BOB

- Mira, Douce, esta tarde estaba leyendo un artículo y me iba a poner escribir sobre él, pero vino Gabriel a decirme que había un programa sobre perros. Encendí la televisión y vi a Bob, un pointer que ayudaba a una señora minusválida dependiente de una silla de ruedas para poder moverse . Enseguida me quedé enganchado al programa con los consejos de César Millán, el Encantador de perros, la actitud de Bob, el perro y la íntima relación que se creaba en aquellos tres seres: César, Bob y su dueña. Bob estaba sentado siguiendo con su mirada a Millán mientras explicaba a su dueña cómo debía tratarlo. Se diría que tu amigo lo entendiera todo.

En una de las experiencias Bob, su ama y el Encantador visitaron una escuela infantil. Los niños fueron entrando, bastante formales, en la sala. Eran niñas y niños de unos seis o siete años. Se sentaron en el suelo, expectantes, como si fueran a asistir a un espectáculo teatral o a una sesión de guignol. Delante, los dos actores Bob, como principal protagonista, y su mamá, sentada en su silla de ruedas. A su derecha, una mesita y sobre ella un aparato parecido a un microondas. Bob, sentado, actuaba como un verdadero actor con muchas tablas, atento sólo a las indicaciones de su dueña. Un gesto, e iba hasta la mesita cogía con su boca el tirador y abría la puerta. Aplausos de público infantil. Bob, aunque orgulloso, hacía como que no le daba ninguna importancia.

Los ojos de los niños se abrían cada vez más a medida que iban viendo la ‘actuación’ de Bob. Una indicación de su ama y Bob encendía el microondas accionando un botón y volviendo a apagarlo cuando se le ordenaba. Cogía una prenda y la colocaba en su cesto, ante la petición de su dueña le quitaba con sus dientes las zapatillas, primero la derecha… Más aplausos. Sacaba la otra zapatilla y redoblaban los aplausos. El Encantador seguía el espectáculo sentado en cuclillas como un espectador más y también aplaudía, mientras los niños le miraban asombrados.

Una hermosa lección para los niños que seguramente no olvidarán en mucho tiempo esta clase tan peculiar, que les enseñará muchas sobre el comportamiento animal, lo que puede representar para una señora que no puede valerse por sí misma. Y el abrazo largo y tierno en que se fundieron adiestrador y abrazada como forma de expresar lo mucho que se debían mutuamente.

- Lo he entendido todo a pesar del lenguaje un poco rebuscado algunas veces. No sé si te dabas cuenta que estabas hablando con una perrita, y, aunque espabilada, le hubiera gustado que te hubieras dirigido a ella con un lenguaje más directo. Pero no te preocupes, lo he entendido todo. Sé que yo no soy Bob, tú tampoco eres una señora impedida, ni he recibido las lecciones de un experto psicólogo canino. Pero en mi papel de perrita de compañía, sé que cumplo con creces con mi forma de ser. Yo también sirvo para muchas cosas, aunque no sepa abrir las puertas de un armario, ni se me ocurre poner en marcha el microondas, pero estoy contenta de mí misma.

- Y nosotros también, y tú lo sabes. Todos apreciamos lo mucho que significas en esta casa y la gente te quiere. ¿Viste qué contenta se puso la quiosquera esta mañana cuando te dije que entraras? Hacía mucho tiempo que no entrabas en “Golosinas”, y tú sabes por qué, aunque te cueste.

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