España y sus demonios seculares

EN BLANCO Y NEGRO

Hay varias cosas de este país, o sea en las distintas ‘Españas’, que me hacen sentir incómodo, por decirlo de una manera suave, Si no fuera tan correcto, diría un país de ‘mierda’, pero no lo digo, porque también hay buena gente y tiene cosas muy válidas. Tengo delante tres recortes de prensa, que cuando los leí me hicieron pensar que no estamos hechos para la comprensión, la discusión con argumentos, la tolerancia. Notables carencias que sentimos día a día.

- El primer recorte se refiere a una anécdota que contaba en su “Patente de corso” A. Pérez-Reverte con el título “Los fascistas llevan corbata”. Contaba un hecho que le sucedió en Madrid yendo por la calle Carretas, camino de la Plaza Mayor junto a su colega de RAE, Javier Marías. Transcribo el núcleo del relato.

“Imaginen –visualicen, como se dice ahora– la escena. Capital de España. Dos señores académicos con chaqueta y corbata, cargados con libros, hablando de sus cosas. Del pretérito pluscuamperfecto, por ejemplo. En ese momento pasamos junto a dos individuos con cara de indios que esperan el autobús. Inmigrantes hispanoamericanos. Uno de ellos, clavado a Evo Morales, tiene en las manos un vaso de plástico, y yo apostaría el brazo incorrupto de don Ramón Menéndez Pidal a que lo que hay dentro no es agua. En ésas, cuando pasamos a su altura, el apache del vaso, con talante agresivo y muy mala leche, nos grita: « ¡Abajo el PePé!¡Abajo el PePé!». Y cuando, estupefactos, nos volvemos a mirarlo, añade, casi escupiendo: « ¡Cabrones!». (Leer artículo)
Me extendería demasiado sacando conclusiones por lo aleccionadora que es esta anécdota para indicar que en este país, aunque se venga de fuera, enseguida cala la neta distinción entre ‘fascismo’ y el llamado ‘progreso’. Prueba fehaciente de que ‘razonamos’ más con los testículos que poniendo a funcionar las neuronas, suponiendo que las tengamos.

- La segunda se refería al titular de una entrevista que se le hacía ayer a Santiago Carrillo y que llevaba por titular: “No me arrepiento de nada, soy ateo”. No sé si ambas cosas van relacionadas, o que de verdad, en su perfección infinita, entiende que no ha cometido ningún error en la vida, cuando este servidor ha cometido tantos. Algunos, es cierto, que consideró 'errores' porque el Dios que le enseñaron no era precisamente un Dios amante, sino un Ser amenazador, a la caza y captura de pecados. Pero ése no es el tema. Lo que este Náufrago no comprende es la exhibición del ‘ateismo’ convertido en otra ‘religión’ más, que en cierto modo condena y señala con el dedo a los que no piensan como ellos. Yo tampoco creo en ese Dios, pero en mi ‘agnosticismo’ lamento que no pueda crearme un Dios cuando me pregunto: ¿Y la maravilla de esta simple margarita, y las leyes que mantienen más menos en orden esta espectacular máquina que funciona desde hace millones años…? ¿De qué Azar surgió? ¿Por qué siento emoción cuando contemplo tanta belleza que me rodea? ¿Quién o qué depositó en mi la capacidad de querer?... Y sigo sin comprender nada, y no me refugio en un Dios que me consuele, que sosiegue mis dudas o mis miedos? Pero no desprecio a quienes dicen que se proclaman ateos, ni lanzo diatribas contra los que se refugian en su fe.


- El tercer recorte no lo voy a comentar. Cada cual que saque las conclusiones que desee de acuerdo con sus ‘credos’. Corresponde a una de las últimas columnas de Raúl del Pozo, analizando los últimos acontecimientos de esta semana. Transcribo y subrayo:
“Me asomo a la ventana de la televisión y de los diarios, veo a la basca despechada y envenenada por la monja de Bono, las tumbas de Garzón, la cúpula de Barceló. Leguina, avergonzado, sugiere que los perseguidos de un lado como los del otro debieran ser ahora honrados por todos: lo toman por lila. «La discusión sobre la monja -dice aquel presidente de Madrid- es pobre, tanto si la interfecta es monja como si es sindicalista». Ese tipo de reflexión se aguanta a Obama, no a los habitantes de España.

En cuanto a la cúpula, unos la describen como el Guernica de Zapatero y otros como una catarata de diarrea. La división no alcanza sólo a los partidos, sino a tertulianos, a los escritores orgánicos que pareciera, siguiendo el método Hubbard, que no escriben lo que piensan sino algo mucho más rudo: escriben lo que piensan que otras personas piensan que ellos piensan. En vez de opiniones se emiten obsesiones. Pensaba Voltaire: «No hay secta en geometría». Cuando las cosas están claras es imposible que nazcan facciones. Si usted es de izquierdas, hay muchos que no lo son, y viceversa; luego uno de los dos bandos o los dos pueden estar equivocados.
El Náufrago no quiere añadir más comentarios.

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