Don Fito y su terapia

Ya que en la entrada anterior Sylvia hace alusión al ácido aceti salicílico de la corteza de nuestros sauces llorones recién podados, ha venido a la mente de D. Fitoterapio Vademecum lo bien que le vino anteayer eso de las plantas medicinales como remedio a su innata impaciencia.

Deben saber que entre las virtudes que adornan a D. Fito se halla entre las principales, por no decir la primera, la de la santa impaciencia. Debido a esta impulsividad hay quien le llama Cagaprisas porque cuando le urge un impulso debe ser realizado ‘ipso facto’. Dada esta singular característica de su carácter, una de las cosas que más odia es ponerse a la cola. Y más aún en este país de ‘colistas’ y donde las colas se parecen más a brazos dispersos de pulpos que a una fila más o menos recta.

A este propósito ha recordado una anécdota que le sucedió el otro día en la farmacia del barrio. Como es tiempo de catarros, resfriados, gripes y demás fruta de temporada, la farmacia era una multicola. Imposible adivinar dónde empezaba y en quien terminaba. Al ver tanto gentío, el primer impulso de don Fito fue el de darse la vuelta y “ya volveré en otro momento cuando esto esté despejado”. Pero, ¡oh rareza!, reflexionó un momento y se dijo a sí mismo: “.Tú te quedas aquí y vas a aprender, aunque tarde, a tener paciencia. Lo primero que tienes que hacer es dejar de pensar en cuántos tienes delante, tratar de no irritarte porque esa señora tan pesada no acabe de pedir y cambiar de criterio, o echar pestes interiores porque ese señor se trae medio talonario de recetas y para más INRI sólo está la farmacéutica y un mancebo algo torpe".

Entonces inventó un método para que su mente dejara de pensar en lo que faltaba hasta que llegara su turno y desviar su imaginación y pensamientos hacia algo que le entretuviera. Vio entonces una serie de esos curiosos botes, o como se llamen que existían antes en las boticas de verdad, en las que el boticario, preboste importante en cualquier pueblo, fabricaba sus propias pócimas a fuerza de escoger y machacar plantas con un almirez, hervirlas, mezclarlas o lo que hiciera.

Para distraerse se dedicó a mirar aquellos recipientes de distintas formas y dibujos y se dedicó a anotar nombres: Aserthum, Malva, Gentiana, Belladone, Allium, Verbena, Verbascum, Ginko biloba… Por cierto, que unos días antes su otorrino se lo había recetado para sus maltrechos oídos. Se acordó de los monjes boticarios que lo mismo te hacían una poción para el reuma, la diarrea, el insomnio, los nervios o la menstruación. Le vino también a la memoria, lo que cuenta Dai Sijie sobre dos jóvenes ‘reeducados políticamente’, en un pueblo perdido del Tibet.En su novela , “ Balzac y la Joven costurera china”, la joven había curado del paludismo a Luo, uno de los protagonistas, untando la muñeca del paciente con una planta cogida cerca del río y majada en un mortero de piedra blanca. En pocos días el ‘recitador de películas’ se había recuperado.

En estos pensamientos había estado entretenido D. Fito, así que cuandollegado su turno, el mancebo le preguntó: - “¿Qué desea?”, tuvo que bajar a toda prisa de aquel pueblo perdido del Fénix del Cielo y dejarle encima del mostrador la receta con su Ginko.

Conclusión. Don Fito, había encontrado en las hierbas el remedio a su “impatientia urgens

Comentarios

Sylvia Otero ha dicho que…
Lo felicito Don Fito (hasta soy poeta y todo!).

Nunca es tarde para aprender a tener paciencia.

Segun mi hijo yo estoy mejor porque tambien soy caga prisas (que graciosa la expresion). Aca te dicen que estas apurado y siempre andas a mil.

Muchas veces que estoy pasada de revoluciones paro un segundo y me pregunto, cual es mi apuro. Entonces, como lo hiciste tu, empiezo a disfrutar del momento.

Yo tambien tomo ginko, ademas de llanten, bardana, laurel, hojas de sen (esas si que hacen que te apures), boldo y me faltaria la famosa corteza de sauce que no venden en herboristerias. Tendria que salir a recorrer la ciudad y no tengo ganas.

Increiblemente con esa mezcla logre curar o dejar tranquila una hernia hiatal que me hacia toser. Creo fue el llanten. No voy a difundirlo mucho en caso de que los fabricanes de omeprazol, lanzopral, etc. se pongan en mi contra.
Campurriana ha dicho que…
Esa impaciencia es la que provoca estrés, gritos al volante, ceguera momentánea, dolores varios, rigidez, más prisa si cabe...

Los humanoides somos un poco raritos. No he visto yo a ningún animal corriendo, mirando su reloj como si se escapase el mundo frente a sus ojos...
Anónimo ha dicho que…
Tienes razón, Campurriana. Hemos creado un mundo de prisas, impaciencias, falta de educación y 'sálvese el que pueda'.

La paciencia, la educación, la tolerancia, el respeto, nos parecen cosas de otros tiempos o de otros planetas.

Cuando miro a Douce, me serena el ánimo. Sólo muestra su impaciencia cuando ve que alguien está preparado para sacarla de paseo. Pero sólo dura un momento. El resto es serenidad y paciencia

Sosegado domingo.
Campurriana ha dicho que…
Náufrago, acabo de venir de dar un paseo al lado del mar que baña La Coruña. Hace un día precioso aquí. He ido después con una amiga a comer a un restaurante italiano que tiene unas bonitas vistas de nuestra pequeña península. Hemos charlado, degustado, saboreado las palabras sin prisas, con calma, con una alegría contenida...con ese sabor que deja la amistad de infancia.

¿Qué más se puede pedir?...

:)

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