8 Días de Oro

Es lunes, 3 de noviembre. No cesa de llover, y sopla un viento frío, todo se muestra gris, excepto la portada de ese folleto que alguien de la casa ha dejado encima de la mesa del salón: “8 DIAS DE ORO”, reza la portada. Una cara de oro, photoshopeada, multicollar dorado, letras doradas.

El folleto de Oro tiene 64 páginas, también doradas, a todo lujo, a todo couché y contrasta con el cielo gris que se entrevé a través de las cortinas del salón. Douce descansa en el sofá en una postura algo incómoda porque está ocupado, pero no le importa, descansa. Ajena a fechas, a temperaturas, a calendarios.

Las noticias del periódico nada tienen de optimistas, alentadoras o halagüeñas. D. Severo se decide a abrir el ‘libro de oro’. Quizá encuentre en él un mundo insospechado. “-30% en prendas de primeras marcas” lee en la primera página. (Debajo figura una larga lista de ‘marcas de moda’). “Más moda para ti”, lee en la página siguiente, “Siempre a punto”, “Días de oficina”, “La piel a tu alcance”… Pasa hojas porque eso no es lo que busca. Sigue hojeando. En la página 36 lee “Llévatelo de calle… Las líneas más urbanas para los chicos más duros”. Tampoco le cuadra

Ya ha llegado a la página 58: “Los 8 días para ponerte a punto”. (Quizá le conviniera… Pero no, 8 días es demasiado poco para ‘ponerle a punto'). El folleto se está acabando y aún no ha encontrado lo que buscaba. Está ya en la penúltima página: “Los 8 Días de Oro no acaban aquí…” (Respira aliviado y sigue leyendo) “en nuestros Departamentos Especializados encontrarás muchas más ofertas” Y debajo un recuadro con un cheque. “Recorte este vale 5 Euros y preséntelo…

D. Severo quedó desilusionado. Los “8 Días de Oro” no le ofrecían nada de lo que él necesitaba. Miró a su derecha. Douce había encontrado por fin su puesto y su postura adecuada. Descansaba plácidamente, ajena a descuentos, vales, a días de oro.

Entonces comprendió que lo que buscaba estaba muy cerca. A su lado.

- “¡ Mandeeee!”

Comentarios

Sylvia Otero ha dicho que…
No se ve sino con los ojos del corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.

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