Un cajero muy automático

- Día 1 de Noviembre, festividad de Todos los Santos o de todos los Inocentes. No se sabe. Un caballero, al ver vacíos sus bolsillos acude a uno de esos cajeros que después de teclar o teclear con los dedos, te dispensan los euros con los que compras, comes, bebes y satisfaces las necesidades del hombre XXI.

Pero ¡oh misterio insondable!, el voraz cajero engulle la tarjeta y con malos modos y sin más aclaraciones decide quedarse con ella. Las reclamaciones al maestro-cajero. Son las cinco en punto de la tarde en todos los relojes de la ciudad, en todas las plazas. El caballero, perplejo aún, sigue mirando a la caja tonta, más tonta y más fríamente muda que nunca. Está allí, cerrado en esa cabina, sin una voz que trate de calmarle, sin una mirada, sin una sonrisa cómplice. Nada. Solo.

Revisa todos sus bolsillos, vuelve a mirarle por ver si se arrepiente y le devuelve al menos su tarjeta. Hoy día, un hombre sin tarjeta de crédito, está desacreditado en todas las partes. Es la pura nada, la insolvencia... la menesterosidad, con D, de desencanto, de desolación, de desesperación y desamparo. De nuevo hurgar en los rincones de todos los bolsillos, pantalón, camisa, cazadora… Nada. Bueno, no. 10 Euros es todo su caudal.

Mira de nuevo el reloj. Las cinco y cinco y casi sin cinco céntimos. Está solo, en una ciudad extraña. Piensa que la tarde es larga, vendrá luego la noche, y , con ella, es probable que venga el hambre, la sed, o no se sabe qué otra necesidad impertinente . En ese momento se acuerda de esas personas, hombre y mujeres, que sentados en cualquier esquina de la calle, con un cartelito al lado, indican el motivo de su indigencia. Por un momento imagina qué calle podría escoger, dónde encontraría un trozo de cartón sobre el que rotular su mísera situación. Luego recapacita y se da cuenta de que no tiene barba. Debería tener un aspecto algo más sucio y desastrado, mas creíble. Además, ni tiene con qué escribir. Tendría que empezar por pedir cartón y lápiz.

Podría abstenerse de cenar por una noche, buscar un conocido en esa ciudad que se le torna más hostil e indiferente, pero ni sabe dónde encontrarlo y ni siquiera sabe si su orgullo le permitiría pedir ayuda a alguien que hace años con quien no tiene relación.

Llama por teléfono al número que apareció en la pantalla que se comió la tarjeta. ¡Ah, ellos sí tienen derecho a comerse tarjetas… y él apenas tiene dinero para comprarse un bocadillo.
Llama. Al otro lado de la soledad y el desamparo, una voz inquiere qué le ocurre. Solicita datos y más datos. Lo ignora todo, desconoce el porqué de las necesidades fagocitarias del cajero comilón. No sabe nada, sólo anota y anota. El angustiado caballero, ante tanta inepcia, le pide su nombre. Con desgana suelta un Beatriz que no es el del Dante. El angustiado y ‘malechado’ caballero le pide que amplíe sus datos para saber exactamente quién es la tan amable Beatriz. Con desgana, suelta un Calderón y ahí termina toda la información a pesar de la insistencia del demandante.

La charla se convierte en conversación de "Ichthyoelephas longirostris" (Vulgo, "diálogo de besugos"). Pero ninguna luz, ninguna explicación. En un momento de mediana lucidez, le dice que le pasará con otras instancias. Espera de varios minutos ¿Cuántos? ¿ cuatro, cinco, ocho…? El interfecto no lo sabe, tan larga se le hace tanta impotencia. Por fin, suena la otra voz: “En estos momentos, no hay nadie disponible”. La situación ha alcanzado el culmen, el clímax de la desesperación . La continuación de la historia, necesitaría varios folios más con los que no se flagelará a los visitantes de esta isla.

Para poner un romántico final, imaginen por ejemplo, que el caballero trastajetarizado encuentra a una bella dama que le invite a cenar y también a los ‘postres’, con lo que el antes desesperado se convierte en el más feliz y agraciado de los mortales. Al fin y al cabo es mejor poner un final feliz a estas historias que dejar al protagonista ahí sentado, apoyado en una pared con un letrero que dijera:

"El cajero se ha comido mi tarjeta.
Por favor, una ayuda para cenar esta noche
GRACIAS"

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