Fernando Savater o la coherencia

Estoy aquí, ante una página en blanco. Sé sobre quién quiero escribir, pero no sé por qué se ha llenado mi mesa de libros. Quizá por el miedo de no poder decir nada nuevo, porque de la persona sobre la quiero escribir no tengo más que leves referencias, y no son suficientes para que pueda añadir ‘novedad’ a lo que de él se ha dicho , o se dice, o hasta hay quiénes maldicen.

Está ahí, su último libro “La vida eterna”, que aún no he terminado de leer y al lado, “La vida auténtica” de Eric Fromm. Este último sí lo he leído y lo tengo anotado. Al repasar lo que había subrayado, sin saber por qué, releo esto: “Las normas éticas se nivelen de tal modo que apenas hay ocasión de experimentar el conflicto entre deseo y norma… Los conflictos son el origen del sentimiento de asombro, del desarrollo de la fortaleza, de lo que antes se denominaba ‘carácter’. Si se evitan los conflictos, uno se convierte en una máquina bien engrasada, donde todo afecto se nivela de inmediato, donde se automatizan todos los deseos, donde se homogenizan todos los sentimientos”. La anotación no sé si tiene mucho que ver con el impasse en el que me encuentro, pero seguramente si quiero hablar de Fernando Savater, del que sólo tengo referencias, declaraciones, actuaciones, actitudes es porque quiero resolver un ‘conflicto’: aclarar lo que su figura me sugiere o me increpa.

Si he sentido ganas de escribir algo sobre lo que él representa para mí en esta sociedad acomodaticia, de palmaditas en el hombro, de chalaneos de todo tipo, es porque lo considero un ‘hombre testimonio’. Con sus aciertos y sus equivocaciones, con sus actitudes gusten a unos , disgusten a otros, pero dentro del panorama de los que se adornan con bellas palabras y cobardes actitudes, es de los pocos que en eso que llamamos clase política, social o intelectual responde al principio de coherencia. Y la coherencia en estos tiempos de ambigüedades y componendas no es moneda corriente en nuestras clases dirigentes políticas o intelectuales.

Fernando Savater , junto a Bernard-Henri Lévy, otro filósofo con ‘alma de periodista’, ha recibido el VI Premio Periodístico de “El Mundo”. Según cuenta en su libro “Mira por dónde. Autobiografía razonada” (2003) “ Comencé a escribir por fidelidad a la lectura y porque de niño no tenía habilidades especiales: no era ni ágil, ni guapo… Además como Franco me echó de la universidad estando casado y con un hijo, me tuve que poner a escribir y a hacer artículos y traducciones para ganarme la vida”. Gracias pues a Franco ha publicado cerca del centenar de libros e infinidad de artículos. Además ha recuperado su cátedra y aún tiene tiempo para crear foros, participar en la creación de partidos políticos y sobre todo, estar presente allí donde puede escaparse algo más que alguna bofetada.

Quizá hasta aquí es dónde yo quería llegar, cuando tenía mis dudas sobre el porqué de mi impulso a escribir algo sobre el ‘homenajeado’. Ahora que la mayoría de los llamados ‘intelectuales’ andan por ahí de compadreos y no se mojan, ahora que los ‘filósofos’ andan perdidos en teorías y sistemas, si es que están en ello, tenemos algún Sócrates que está dispuesto a ‘filosofar sobre la vida’, mientras llega la muerte.

Hoy sé que no eres tú quién yo creía;
mas te quiero mirar y agradecerte
lo mucho que me hiciste compañía
con tu frío desdén.
Quiso la muerte
sonreír a Martín y no sabía
Antonio Machado. “ La muerte de Abel Martín”

Así encabeza uno de sus capítulos del libro arriba citado, junto a un texto de François Villon “ Mes jours s’en sont allés bien vite”. Así se enfrenta a una de sus obsesiones, la muerte. Y ¿quién no siente esa necesidad, para que darle alguna 'forma' a la vida ?

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