Sesión fotográfica

By DOUCE

Pues, ¡hala!, aquí me tienen asistiendo al pase de ‘diapositivas’ que mi papá se ha traído de su último viaje a Salamanca. No sé si me ha visto la cara de confidente, o es que los demás no le hacen ni puñetero caso, pero aquí me tienen asistiendo al pase de las fotos de sus nostalgias. No sé si yo me pondré tan pesada cuando sea mayor y me dé por contar mis andanzas caninas al primero que pille distraído. No hay cosa más pesada que cuando los turistas convocan a los amigos para enseñarles las fotos de sus viajes. Cosa que, fuera de los interesados, maldita la gracia hace aguantar los comentarios de los viajantes.

Así que he tenido que tragar las historias de sus juegos de niño. Todo, porque al pasar por una plaza de la ciudad vio unas esculturas de niños jugando al pañuelo o al 'tirable'. Si no le corto me cuenta toda la historia en qué consistía eso del tirable. Que si una raya en el suelo, uno que hacía de ‘burro’ y los demás saltaban por encima, con ‘pole’ obliga – o sea dándole un buen taconazo en tiernas partes -. Desplazamiento del ‘burro’ que se iba alejando de la raya, y el primer saltarín poniendo las cosas cada vez más difíciles , que si ‘enteras’, ‘medias’…un jaleo. Él encantando evocando aquello, yo ligeramente lejana.

De ahí pasamos a los cromos Celta y del Guerrero del Antifaz , a los tebeos, más álbumes… ¡ Pero qué demonios le pueden interesar a una perra esos cromos y esos tebeos por mucho que a él le devuelvan trozos de su infancia! No puede pretender que yo, o cualquiera de sus hijos, revivan con él aquellas emociones que son por naturaleza intrasferibles, ¿Por qué extraño egoísmo pretendemos que los demás vivan lo que les imposible? Pase que quiera enseñarme que lo que fueron iglesias ahora son bares de copas o tiendas de Zara, que me indique rincones de la ciudad que le son queridos…Lo que tiene que hacer es llevarme, porque hace años que no voy por allí. Lo que yo quiero es que me deje oler a mis anchas para ver qué olores se gastan mis congéneres salmantinos.

Me ha dicho que cerca de esa foto que recuerda la casa donde murió ese señor que se llama Unamuno está su estatua y que hay unos sitios que a mi me gustarían. Pues que me lleve y deje de mostrarme unas fotografías que a mí no me dicen nada.
Menos mal que al fin, y viendo que yo ya tenía ganas de tumbarme en la cama, pasó por alto las ya tradicionales fotos de la Plaza Mayor y de sus casas doradas.

Moraleja: no aburras con tus recuerdos el tiempo libre del prójimo







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