El ojo del Gran Hermano nos vigila

FELIZ, FELIZ EN TU DÍA...

La del mediodía sería cuando el Náufrago se topó con un viejo amigo al que invitó a tomar un chiquito con derecho a pincho, en uno de los bares del condado. Hablaron de lo bien que les va la vida, de lo no menos bien que encuentran este mundo y en particular esta próspera patria nuestra. Iba el Náufrago a pagar la invitación, cuando en un gesto muy hispano su amigo asió con su mano derecha la muñeca del Náufrago que navegaba ya hacia el bolso del pantalón donde guarda sus caudales al tiempo que decía un ‘¡Quieto, parao! que paralizó la operación y no permitió ni siquiera una nueva intentona del navegante.

- “Hoy invito yo”, dijo al tiempo que soltaba el clásico: “¿Qué quieres tomar? Porque hoy invito yo que es mi cumpleaños”. El Náufrago, que no es de los que pelea en ese tipo de situaciones, aceptó la invitación y siguieron la charla. De arreglar el país pasaron a un tema que casa muy bien con el ‘¡cómo está el patio!’. El amigo, podemos llamarlo Jaime, enlazó lo bien que nos tratan los que se aprovechan de nuestros dineros y las anécdotas del día.

Resulta que este mundo de las redes sociales, los SMS, la digitalización y demás artilugios, cualquier interesado dispone de tu nombre, ‘deneí’, dirección, número de teléfonos, hora de comida, siesta, cena y demás intimidades personales… Vamos, que el ojo y los oídos del Gran Hermano nos tiene controlados y nos vigila. Le contaba al Náufrago que antes de que le felicitaran por su aniversario, esposa, hijos, hermanos, amigos, conocidos y demás familia… ya había recibido la felicitación de don Isidoro Álvarez, Corte Inglés, los correspondientes SMS de los bancos que velan/chupan su ingente patrimonio y que se habían apresurado a enviar un mensaje de felicitación y ¡oh sorpresa!, ahí llega el colmo de un amor desinteresado.

Lo último, el colmo del amor, llegó cuando al ir al gimnasio como de costumbre, vio que al pasar su tarjeta de usuario por la ranura de control que le permite el acceso a las instalaciones, además del ‘permitido el paso’, aparecía  un “FELIZ CUMPLE”. Al principio, no se dio cuenta de la novedad y creyó que algo raro sucedía. Volvió a pasar su banda magnética y entonces fue cuando pudo ver el “FELIZ CUMPLE”. Él, que es bastante celoso de su intimidad, nada amigo de celebraciones en días fijos, en fin, que prefiere pasar desapercibido, estuvo a punto de recoger velas y volverse a casa … Recordaba la anécdota quevediana que encontrándose el autor en situación apretada, vio pasar por delante una viandante que al ver al poeta en tal circunstancia exclamó:

-¿Qué vedo? y el cojitranco respondió:
Jodé, hasta por el culo me conocen!

Y es que hoy el Ojo del G.H. todo lo ve, todo lo sabe, hasta los secretos más secretos son objeto de un 'telekaka’ cualquiera.
¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruido
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido…!

Comentarios

Campurriana ha dicho que…
¡Cuánta razón tienes, Náufrago!. Y es que yo también estoy cansada de tantos amores desinteresados que caminan por la calle observando si subes, si bajas, si vas hacia un lado o si vas a otro...aparte de los mensajitos de los que hablas hay otros: aquéllos que te dicen al día siguiente: Te vi ayer subiendo por la calle tal...¿dónde ibas tan tarde?"...

Me quedo ojiplática y cabreada con el marujeo de la gente que no tiene nada que hacer, nada en qué pensar...

Perdona, Náufrago, tengo una de las mil anécdotas cercana.

:)
Douce ha dicho que…
¡Qué raro es encontrar personas que lleven de fábrica la discreción, el respeto, la sensibilidad suficiente para callar cuando es necesario, hablar lo justo cuando es conveniente, saber escuchar cuando es el momento e intervenir cuando los demás lo requieren.

Hay silencios elocuentes, palabras que son sólo ruido...

No sé exactamente si es a eso a lo que refieres.
Campu ha dicho que…
Eso precisamente.
Felices sueños hacia la isla.

Entradas populares