El lenguaje de las flores

DOUCE AL HABLA
"Mi edad al amanecer
era lustrosa azucena;
diome el sol y ya soy morena".
(Cantar de siega)

Estos últimos días he visto a mi papá interesado por las flores y plantas del jardín y otras zonas verdes por donde paseamos. Mientras yo me entretenía en oler y husmear por todos los rincones y el tronco de los árboles, le miraba de reojo y veía que se pasaba varios minutos contemplándolas. Qué es lo que estaría pensando, no lo sé, porque yo no ‘filosofo’, huelo, rebusco los mensajes que han dejado mis amigos y si es caso, dejo también mi recado.

No es que sólo se fijara en las hortensias, las calas, las rosas o los cactus. Se quedaba medio extasiado observando las flores de trébol, las margaritas, a eso que yo llamo ‘molinillos’, porque no sé cómo se llaman. Hasta las espigas y las hierbas que yo como cuando siento mi estómago algo pesado. Yo llamo así a las plantas porque mi papá no me ha enseñado mejor y tampoco entiende mucho de botánica. Hay una flor amarilla que es como una especie de margarita, pero que no es una margarita, que brota de unas hojas como si fueran cardos. Mi papá se ha pasado unos días fijándose en ella y le tiene muy intrigado. La muy jodida cuando sale el sol despliega toda su melena como para coquetear con él. Al atardecer, cuando salimos a dar nuestro paseo nocturno, una vez que se ha puesto el sol, recoge sus pétalos, los cierra como si fuera a dormir.

He observado hace tiempo la diferencia que hay entre él y yo en esto de mirar. Mientras yo miro normalmente hacia el suelo y sólo estiro el cuello para mirarle a él, sobre todo a la hora de la comida, por si cae algo, el muy torpe se pasa el tiempo tratando de entender el lenguaje de las flores. No sé si da cuenta que también las plantas, duermen, sueñan, descansan, se lavan y abren sus pétalos para que cantidad de bichitos, abejas y abejorros vengan a posarse en su corola.

Estos días ha andado con su cámara colgada al cuello, tratando de fotografiarlas de cerca. Me hace gracia, porque se agacha, acerca muchísimo la cámara, selecciona el macro o como se llame, y a veces le sale un churro y echa la culpa a la cámara. A veces se llama torpe y más cosas que no digo porque soy una perrita prudente y bien hablada. Pero bueno, no me quejo. Mientras él se dedique a hablar con las flores yo haré el recorrido de mis olores que es mucho más interesante.



Comentarios

M. Luz ha dicho que…
Pues mira, Douce, hoy he oído que algunos científicos han comprobado que las plantas se comunican, "hablan" entre sí de alguna manera. Yo, por si acaso, mantengo breves conversaciones con las mías. Y me parece a mí que me lo agradecen ofreciéndome sus flores, su perfume y sus frutos.
Vamos, te puedo decir que mi tomatera,por ejemplo, me deja que la toque sin estropearse para que pueda ver los tres tomatitos que me está criando y, de paso, disfrutar del estupendo olor de sus hojas.
Así que deja al Náufrago que siga observando, fotografiando y disfrutando con algo más que su "trufa".

Un achuchón, preciosa.

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