Yo, el gato
BREVE HISTORIA Y ANDANZAS DE SOSEKI
Cuando ayer Douce que husmea todo lo que escribo, se enteró de la muerte del gato de Sánchez Dragó, además de sentirlo como perrita sensible que es, quiso conocer algo más sobre su corta vida, su nombre , sus orígenes, su carácter… y no paró hasta que ambos, ella y yo, obtuviéramos más informes sobre el minino.
Encontramos información directa y de primera mano. Una entrada en el blog de Fernando S. D. escrita el 27 de abril de este mismo año. La presentación de Soseki, que era el nombre del gato, tenía el sello del estilo ‘dragonteano’, como no podía ser de otro modo. Esa forma ‘egotista’ y exhibicionista del autor que no a todo el mundo gusta. Pero ese estilo y esa forma de ser tienen un aspecto positivo que hay que saber ver: Fernando dice lo que piensa, a su modo, y no se anda con remilgos ni en los conceptos, ni en los modos, así que lo aceptas o lo rechazas que a él le trae al pairo.
Pero a Douce y a mi lo que nos interesa hoy es glosar la figura de Soseki. Como decía otro ‘egotista’ conocido y recientemente fallecido: “Yo he venido aquí a hablar de mi libro” (pongan, ‘nuestro gato’). Queremos hablar de Soseki que por un capricho de su dueño escogió ese nombre para su mascota en memoria de un conocido novelista japonés, SOSEKI Natsume, que escribió una novela titulada. “Yo, el gato”.
No sólo lo veía escribiendo novelas, sino que lo veía ya presentándolo al Planeta, escribirle el prólogo, buscar el enchufe necesario entre algunos miembros del jurado… Lo veía con el premio en la mano durante la cena de gala y con los tropecientos mil euros planetarios. Total, que había encontrado “el báculo de su ancianidad”. Son palabras suyas, no me las invento. Como ven el amor no está reñido con los intereses.
La verdad sea dicha, su amo lo trataba a cuerpo de rey. Si tenía que ir a Sevilla, Soseki iba en el AVE, nada de clase Turista, en Club, 35 €uros, pagados a escote por el “Club liberal de Cádiz”. Y no hablo de las frecuentes apariciones de este Gato Feliz en la tele. Lo llevaba a sus programas de “Las noches blancas” y era reclamado por otras cadenas de esas que les gusta exhibir a famosos, famosillos y gatos con gancho.
Este era Soseki y no es extraño que su amo estuviera enamorado perdido por él y sin él la vida sería menos ‘dragontiana’. Por eso no es de extrañar la manifestación de dolor de su dueño por lo ocurrido. Pero la finalidad que me he propuesto al apoderarme del ordenador no es recordar eso, sino evocar la feliz y plena vida de sus dos años en esta tierra.
En el cielo especial que tenemos los gatos y los perros, seguro que Soseki estará contando a sus amigos todo el montón de experiencias que ha vivido y seguirá siendo el novelista y mecanógrafo que inspire a su amo.
Te queremos Soseki. Ánimo, Fernando
Cuando ayer Douce que husmea todo lo que escribo, se enteró de la muerte del gato de Sánchez Dragó, además de sentirlo como perrita sensible que es, quiso conocer algo más sobre su corta vida, su nombre , sus orígenes, su carácter… y no paró hasta que ambos, ella y yo, obtuviéramos más informes sobre el minino.Encontramos información directa y de primera mano. Una entrada en el blog de Fernando S. D. escrita el 27 de abril de este mismo año. La presentación de Soseki, que era el nombre del gato, tenía el sello del estilo ‘dragonteano’, como no podía ser de otro modo. Esa forma ‘egotista’ y exhibicionista del autor que no a todo el mundo gusta. Pero ese estilo y esa forma de ser tienen un aspecto positivo que hay que saber ver: Fernando dice lo que piensa, a su modo, y no se anda con remilgos ni en los conceptos, ni en los modos, así que lo aceptas o lo rechazas que a él le trae al pairo.
Pero a Douce y a mi lo que nos interesa hoy es glosar la figura de Soseki. Como decía otro ‘egotista’ conocido y recientemente fallecido: “Yo he venido aquí a hablar de mi libro” (pongan, ‘nuestro gato’). Queremos hablar de Soseki que por un capricho de su dueño escogió ese nombre para su mascota en memoria de un conocido novelista japonés, SOSEKI Natsume, que escribió una novela titulada. “Yo, el gato”.
- Un momento, querido.- Pues miren, lo que pasa es que este señor… ¿Cómo se llama? ¡Ah, sí, D. Fernando! Pues D. Fernando adoraba a Soseki. Su mujer también lo idolatraba, y como ella es japonesa le llamaba por su diminutivo, Sochan. Sochan, o Soseki, tenía a su amo bobito por él. Cuando Fernando escribía, ahí se ponía a su lado ‘Sochan’ observando cómo tecleaba su papá. A veces, como gato independiente que era, se le echaba encima y no le dejaba escribir el muy… gatito. Su papá decía que es que el gato se fijaba mucho y estaba aprendiendo a escribir a máquina y ser mecanógrafo. Como el amor es tan ciego, un día que lo vio dando a las teclas, pensó que ya tenía a un novelista en casa y hasta adivinó el título de su primer novela: “Yo, el gato”, como su padrino.
- ¿Qué pasa, Douce?
- ¿Por qué andas con tantos rodeos y no vas al grano? Ya estamos como siempre
- Era una simple ‘introducción’
- Querido papá, esto no es ningún discurso, ninguna ponencia y mucho menos una obra de teatro que exija ‘inicio’, ‘nudo’ y ‘desenlace’. Así que si te parece y quieres que terminemos hoy, me dejas a mí que siga, que abreviaré más y lo diré en un lenguaje asequible.
- Si te empeñas, adelante. No me queda otro remedio.
No sólo lo veía escribiendo novelas, sino que lo veía ya presentándolo al Planeta, escribirle el prólogo, buscar el enchufe necesario entre algunos miembros del jurado… Lo veía con el premio en la mano durante la cena de gala y con los tropecientos mil euros planetarios. Total, que había encontrado “el báculo de su ancianidad”. Son palabras suyas, no me las invento. Como ven el amor no está reñido con los intereses.
La verdad sea dicha, su amo lo trataba a cuerpo de rey. Si tenía que ir a Sevilla, Soseki iba en el AVE, nada de clase Turista, en Club, 35 €uros, pagados a escote por el “Club liberal de Cádiz”. Y no hablo de las frecuentes apariciones de este Gato Feliz en la tele. Lo llevaba a sus programas de “Las noches blancas” y era reclamado por otras cadenas de esas que les gusta exhibir a famosos, famosillos y gatos con gancho.
Este era Soseki y no es extraño que su amo estuviera enamorado perdido por él y sin él la vida sería menos ‘dragontiana’. Por eso no es de extrañar la manifestación de dolor de su dueño por lo ocurrido. Pero la finalidad que me he propuesto al apoderarme del ordenador no es recordar eso, sino evocar la feliz y plena vida de sus dos años en esta tierra.
En el cielo especial que tenemos los gatos y los perros, seguro que Soseki estará contando a sus amigos todo el montón de experiencias que ha vivido y seguirá siendo el novelista y mecanógrafo que inspire a su amo.
Te queremos Soseki. Ánimo, Fernando
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