Mirando al mar

MAÑANA DE DICIEMBRE

La mañana había amanecido gris. Lloviznaba y una invisible melancolía envolvía la ciudad. El Náufrago escogió uno de sus rincones preferidos, el mar. Necesitaba el vigor de su energía que batía con fuerza las rocas. Sentía esa fuerza que estalla y desahoga.

Los visitantes que habían escogido la ciudad quizá para cambiar de luz, de paisajes y horizontes, bien pertrechados, trataban de recoger con sus cámaras esa furia desatada. Algo más allá, los pescadores preparaban cebos y aparejos y lanzaban lejos sus anzuelos que se perdían entre las espuma de las olas. Parejas o seres solitarios, con chubasqueros o paraguas, se acercaban también a la playa, mientras las gaviotas y las palomas seguían los caminos inverosímiles que trazaban las olas sobre la arena de la playa solitaria.

Comentarios

Sylvia Otero ha dicho que…
El Diciembre austral es bien diferente.

Día de sol, cielo celeste, temperatura agradable, levanta el ánimo.

El mar es también uno de mis rincones preferidos. Creo que no podría vivir en un lugar adonde no lo tuviera cerca.

Muy buenas las fotos

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