Razones escriturales

LAS CASITAS DE PAPEL Y LOS DISCURSOS REALES

Para empezar hay que decir que el título de esta entrada no es acertado. No son las ‘razones’ las que animan al Náufrago a escribir. El impulso que le empuja a coger el bolígrafo o escribir directamente en el ordenador es múltiple y rara vez es ‘razonable’. A veces es la necesidad de expresar una emoción, un sentimiento, es una especie de desahogo. Otras obedece a un simple capricho fruto de un mínimo descubrimiento. Hay momentos en los que necesita ‘crear’ algo por mínimo que sea, plasmar o transformar una minucia que ha atraído su atención. Escribir, crear, buscar, transformar, adaptar es también una forma de vivir, de ocupar el tiempo antes que matarlo del todo.

Esto es lo que ha ocurrido con esta entrada. Andaba el Náufrago en otros pensamientos, cuando al abrir el correo alguien le invitó: “Echa un vistazo a esto seguro que te entretiene un rato”, decía el mensaje. “Entretener”, entre los polisémicos matices del vocablo, el Náufrago ha escogido el tercero: “Divertir, recrear el ánimo de alguien”. Y así ha sido. Ha recreado de varias maneras el ánimo. Vio las imágenes, en cada una de ellas – en algunas, más que en otras - la ‘chispa’ de la imaginación, la sorpresa de la originalidad y sintió que los dioses concedieron a los humanos el don de ‘crear’ sus respectivos ‘mundos’.

Hay una ventaja añadida al optar por esta elección y desechar otra que rondaba en la cabeza del Náufrago y que seguramente hubiera provocado algún rechazo. Iba a hablar del discurso navideño del Rey, que por cierto no escuchó, aunque haya leído algunas de las reacciones que ha suscitado. Esperables todas. Hace tiempo que el Náufrago no cree en esos discursos que dicta lo ‘políticamente correcto’ y para el que sus ‘negros’ deben hacer juegos malabares para no herir tan diferentes ‘sensibilidades’.

El Náufrago había pensado en el discurso que realmente le gustaría pronunciar, no al Rey, sino a Juan Carlos. Esas palabras nunca las dirá en público. No sé si empezaría por “¿Por qué no os calláis de una… vez ? O mejor: “¿Por qué no puedo decir lo que realmente pienso?”. Pero ese discurso no se oirá nunca, mientras sigamos viviendo en la inopia de lo ‘correcto’.

El resultado final fue que realizó una presentación con algunas de las fotos que le habían recomendado y le añadió una canción que le retrotrajo a muchos años atrás, cuando, ingenuos, soñábamos con casitas de papel: “Encima de las montañas, tengo un nido…”


Comentarios

Entradas populares