Salamanca, de día

Pues sí, Gatín, Salamanca 'tira' del Náufrago. No se sabe muy bien quién está en deuda con quién. Si la ciudad con el Náufrago, o es él quien tiene deudas que saldar con esta monumental, pueblerina, cosmopolita, recogida, abierta, alegre, seria, festiva y religiosa capital. Quizá ambos tienen cuentas pendientes y cada vez que el Náufrago retorna a reclamar lo que cree que es suyo, la ciudad, noble y cicatera a la vez, trata de recompensarle con creces.

En este trueque continuo ambos salen ganando. Ella le descubre su infancia, sus lugares de recreo, su severo magisterio, su adusta clerecía, las andanzas de calles y los parques de sus juegos. Aparece agobiante y liberadora, espacio abierto a sueños y a oscuras pesadillas. Él, lo recibe todo, lo recuerda , lo transforma y le devuelve una mirada más abierta, más lúcida, más generosa.

Entonces la ciudad se torna libro, posada, casa familiar, templo, palacio, plaza, bullicio, sosiego, fuentes, parques, torres, piedra, luz, oro, río que fluye...

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