Maleni, tienes nombre de tango

A MAGDALENA ÁLVAREZ, CON ADMIRACIÓN INQUEBRANTABLE…

Si este Náufrago no ha confesado aún aquí la fascinación que le produce el personaje de Magdalena Álvarez ( Maleni, para los amigos y admiradores ) se apresura a decirlo aquí, hoy, casi en vísperas de que le toque el Gordo. Cada vez que esta Séneca malagueña abre la boca, él debe abrir a su vez la suya y se siente incapaz de cerrarla. Tanta es la admiración que siente. No sabe si tanto asombro es debido a axiomas tan rotundos como “hacemos lo que podemos”; “sé que estoy transformando España “; “tengo la cabeza que tengo, me cuesta decir las cosas de memoria” o descripciones tan acertadas y castizas como ésta: “Tengo la fuerza de voluntad y la firmeza de los socialistas (?), la dignidad de una mujer malagueña… Así que ‘antes partía que doblá’ ".

Al parecer, nada la arredra, nada la amilana, nadie es capaz de echar abajo el caudal inmenso de autoestima que la puebla. No importa que se hundan los túneles, surjan en ellos manantiales, se colapsen las comunicaciones, o en un pleno del Senado apruebe la petición de que dimita. Como buena res brava, se crece ante el castigo y recibe hasta con humor el premio, ganado en limpia lid, de “Azote a la oposición” a quienes desea “mucha felicidad en estas fiestas navideñas, advirtiendo: “con que tengan la mitad que yo, ya tienen bastante

Quizá esa rotundidad, esa seguridad, esa capacidad de que los errores no le afecten, porque nunca serán suyos, siempre culpa de empresas, de enemigos, de anteriores gestores, nunca propios, es lo que más fascinado tiene al Náufrago. Él, al que el más mínimo error, el más pequeño descuido, la menor imperfección, real o posible, le dejan hecho una piltrafa inservible, no puede más que admirar tal dosis de ‘optimismo’. ¿Es verdad? ¿es puro orgullo? ¿ o es , sencillamente, el ejemplo más claro de hasta dónde puede llevar la ineptitud más supina? ¿Ineptitu… con D, de descaro o con Z patatera?

El Náufrago está dispuesto a coger cualquier AVE que le lleve hasta Sevilla , Málaga o donde esta incombustible dama se hallare, para preguntarle cuál es el secreto, no el de la ‘filantropía’, que eso es cosa de machados, sino de quererse tanto.

- ¡Ay, Maleni! El Naúfrago también, cual otro López Garrido, quisiera poder cantar un tango u oír cantar las sabias lecciones que salen de tu boca. Ya escucho de tus labios el viejo tango AGUANTA, del maestro Serrano. Te acompaño:
“Yo también sentí mi vida
derrumbarse aniquilada...
¡Me clavó su puñalada
dolorosa, la traisión!

Desandemos el camino
paso a paso, trecho a trecho...
Ponte un candado en el pecho,
y ¡aguanta!, como hago yo.”

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