La Moleskine

Hoy el Náufrago ha empezado a escribir en su Moleskine. Ha tratado de hacerlo con la mejor letra de la que dispone. La de los días de fiesta, que seguramente se irá volviendo más ilegible a medida que vaya utilizando esta agenda. Le pasaba igual en el colegio cada vez que empezaba un nuevo cuaderno. Recuerda aquellos cuadernos de Edelvives, pautados, en cuyas pastas figuraba la proa de un barco con una pluma de ave como mástil y la leyenda: “Con la pluma me abro paso”.

Los hermanos Maristas que le enseñaron las primeras letras, también las de la escritura,
Conocían muy bien cuán poco duran las buenas intenciones escolares, por eso aquellos cuadernos no superaban las dieciocho o veinte hojas. De ese modo conseguían el entusiasmo renovado del ‘volver a empezar’. Algo así ocurre con la vida y los buenos propósitos que la rutina y los fracasos van deteriorando.

El Náufrago no sabe si escribir en esta agenda de mítico nombre que utilizaron para tomar sus notas o hacer sus esbozos los Hemingway, los Chatwin, los Van Gogh o los Picasso, harán su prosa más elegante, pero, de todos modos, contribuirá a que se esmere. Hay otras razones para hacerlo, además del aura literaria que la rodee, es un regalo navideño de su hijo. De esos regalos que hacen los hijos cuando empiezan a ganarse el dinero con el sudor propio y no de los de enfrente.

Antes de ponerse a escribir esta nota ha leído atentamente la historia de la mítica agenda de pastas negras, banda elástica y lomo resistente a cualquier abertura, que se ha convertido en el símbolo del nomadismo artístico y literario.

"Producida originariamente en pequeñas fábricas manufactureras francesas que abastecían alas papelerías parisinas frecuentadas por las vanguardias internacionales. se convirtió en algo imposible de encontrar a finales del siglo pasado: en 1986 desapareci6 su ultimo fabricante, una empresa familiar de Tours. “Le vrai Moleskine n'est plus", este fue el anuncio lapidario de la propietaria de la papelería de la Rue de l'Ancienne Comedie. donde se abastecía Chatwin, El es¬critor inglés había hecho un pedido de cien Moleskines antes de salir para Australia: compró todas las que pudo encontrar, pero no fueron suficientes.

En 1998, gracias a la complicidad de una pequeña editorial milanesa, Modo & Modo, por fin, Moleskine ha vuelto a existir. Depositaria anónima de una tradición extraordinaria, ha retomado de nuevo su viaje. Registrar la realidad en movimiento, captar detalles y anotar sobre el papel la originalidad de la experiencia: Moleskine es un acumulador de ideas y emociones que liberan su carga en el tiempo."

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