Lo diestro y lo siniestro

CARTA NO ESCRITA AL OBISPO DE TENERIFE, BERNARDO ÁLVAREZ.

Pues mire usted, señor Obispo, este Náufrago había tenido la idea (un pretérito ya pluscuamperfecto) de escribirle alguna reflexión personal sobre la última frase pronunciada en la entrevista que le hicieron el pasado 24 de Diciembre. He escrito en pasado porque doy por terminado lo que iba a decirle, antes de escribirlo. Yo también tuve la tentación de hacer alusión, sobre todo a un pronombre, que usted incluye en la frase que hoy anda en boca de todos los tertulianos de todas las tertulias de todas las radios, televisiones, foros y demás sentinas informativas. No voy a repetir la frase ni subrayar ese pronombre, porque ya bastante publicidad se le está dando.

Al final, dada la escandalera que se ha armado, he desistido de escribir lo que quería comentarle. Lo he hecho por una sola razón. No me gusta sumarme a esa jauría de lobos que están dispuestos a echarse a la yugular de algunas presas que les resultan particularmente apetitosas, a poco que despejen el cuello para asestarle un buen mordisco. Para bien o para mal, la Iglesia Católica está pagando, no sé si justamente o muy caro, pasados y presentes errores. Hoy las ‘creencias’ y los ‘fanatismos’ soplan en otras direcciones y se sirven de los mismos medios ya utilizados por la Iglesia para excomulgar, sentenciar, abrumar con amenazas y arrojar al fuego de la condenación sin paliativos a los 'herejes'.

Hoy voy a dejar de lado esa cuestión, para no dar mis cuartos a los pregoneros de hogaño. Quizá el vocero que ahora tengo más a mano es uno cuya columna, “A diestra y siniestra”, tengo abierta. Cambiando el género femenino del titular, hoy se dedica a darle caña a usted, en el lenguaje propio de los panfletos, dando, no sé si ‘a diestro y siniestro’, todas en el mismo carrillo (con perdón). Para que vea lo escandalizadísimo que está el señor que eso escribe, cuyo nombre no voy a citar para no hacerle publicidad gratuita, entresaco el párrafo que su periódico subraya como muestra de su medido artículo.

“Las declaraciones del obispo de Tenerife son demasiado ridículas como para tomárselas en serio y demasiado bestias (sic) como para tomarlas a broma”. Por cierto, que el que ha entresacado esta frase para mostrar el enojo del periodista, la ha suavizado un poco, porque lo que realmente aparece escrito al leer la columna no es la palabra ‘obispo’, sino ‘colega’. Toda una muestra. Además, a lo largo del artículo él mismo se contradice, porque da muestras de habérselo tomado muy en serio, a juzgar por los exabruptos que excreta.

Se puede hacer un análisis de unas declaraciones que merecen un tratamiento realmente serio, que puede ser duro si se quiere, pero manteniendo las mínimas normas de elegancia y respeto. Resultaría más creíble la crítica, porque si no, él mismo se desacredita. La ‘verdad’ , no está reñida con la cortesía, y además resulta más creíble.

A lo largo de su artículo, “El obispo”, para no repetir el vocablo obispo - podía haber echado mano de otros sustantivos, como prelado, ordinario, metropolitano… u otros - utiliza el genérico “ese hombre” que suena más a despectivo que a otra cosa. Véanse algunas perlas:

  • Este hombre habla porque tiene boca, lo que pasa es que se sube a un púlpito a soltar memeces, embutido en casulla de once varas…”
  • “Con un cerebro estancado en el fango del Concilio de Trento y unas nociones de historia natural escritas en las piedras de Stonehenge…
  • Referencia a sus declaraciones: “… una imbecilidad tan flagrante y montaraz como la que ha eructado este buen hombre
  • A este hombre habría que darle bromuro en cada hostia consagrada… No por nada en el belén hay burros y vacas, ángeles y camellos, pero ni una sola sotana”.
( Huelgan comentarios. A veces deja uno la tarjeta de visita sin que nadie se la pida)

Así que, señor Obispo, dejaré para mejor ocasión lo que quería decirle sobre la última frase de sus declaraciones, que es lo que se ha ‘seleccionado’ de la entrevista. También a mí, me parecen desafortunadas, pero se lo diría de otra manera y le aseguro que nada benévola.

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