El plasta

Según el diccionario RAE, plasta: "se dice de una persona excesivamente pesada” u.t.c.s. Pues bueno, esta tarde navideña al Náufrago le ha tocado aguantar a uno de esos especímenes. Además, el interfecto es dueño de una clínica, Clínica del calzado, para más señas. Sí, porque ya ha desaparecido la figura del entrañable zapatero remendón que lezna en mano iba recosiendo los zapatos o, puntas en la boca, claveteaba las tapas o mediasuelas. El 'clínico plasta' del que habla es mucho más moderno. Versado en el arte de ‘reparación del calzado’, porque últimamente los zapatos acuden a la ‘clínica’ a ser 'reparados', debes aguantar todo un tratado zapateril cada vez que llevas un zapato, bota, sandalia o similar a su clínica.

Hoy no se trataba de reparación de ninguna bota o zapato. La cosa iba de llaves. Sí, porque en estas clínicas, no se sabe bien por qué, llaves y zapatos forman parte de la misma familia del 'reparo'. Antes de proceder a la copia, el 'clínico plasta ' contó al Náufrago sus problemas lumbares y cervicales, indicando al mismo tiempo el origen de los mismos. Ello llevaba consigo una alusión a anteriores oficios, a su manera de sentarse en casa, a la última afección riñonal que tuvo, la postura -tal que así, inclinado – en que tuvo que atender a los clientes durante unos días, a los masajes, remedios, 'calmateles', de los que se sirve para aliviar dolores…Y todo lo referente a las molestias lumbares y cervicales.

Terminada esta lección 'traumática', pasó a explicar los distintos materiales y precios que podrían tener la copia de las famosas llaves, que hasta ese momento habían pasado a un modesto segundo plano. Hecha la elección y mientras colocaba las llaves en la máquina reproductiva, la conversación, perdón el monólogo, versó sobre diferentes materias: La gente y las costumbres navideñas. Las fiestas de antaño y las de ahora. La mala educación de los jóvenes. Costumbres familiares de estas fechas… Todo un abanico de asuntos y temas de los que podían extraerse diversas lecciones: ¿Por qué la gente ahora saluda, desea felicidad y parabienes, para luego olvidarse a lo largo del año…? ¿Por qué antaño, después de la cena de Nochebuena se acudía familiarmente a la iglesia, abarrotada por cierto, y ahora los jóvenes se van de borrachera? ¿Por qué en las fiestas de su pueblo ya no hay cucañas con jamones y patos a los que atrapar…? ¿Por qué ahora si llamas la atención a un 'mocoso' de 13 años, te puedes encontrar con una h…, bueno eso que antes se llamaba una chuleta? Y así, todo un repaso al ayer y hoy, durante casi un cuarto de hora o más.

El Náufrago apenas podía intervenir, se limitaba a asentir con la cabeza, porque no había un hueco por donde hacerse paso entre tanta verborrea… Además, cualquier observación, podía ser objeto de otra perorata. Mientras tanto, las dos llaves permanecían aprisionadas en la máquina, mientras el punzón iba marcando los conos correspondientes.

El Náufrago que ya conocía el percal y hoy se hallaba imbuido del famoso espíritu navideño al que hacía alusión el ‘clínico’, tomó la cosa con paciente filosofía, cosa poco propia en él cuando se trata de estos casos que procura obviar siempre que le es posible. No obstante pensó que por qué no iba a sacar provecho de esta lección sobre la diversidad de los seres que constituimos esto que se llama ‘sociedad’, conjunto de ‘socios’ de variopintas costumbres, formas de ser y variadas necesidades. Pensó que quizá esta necesidad de hablar, de comunicar sus inmensos saberes sobre zapatos, llaves, tapas, costumbres, es debido también al oficio. Tiene que ser difícil pasar ocho diarias dialogando con zapatos, tintes, tapas, mediasuelas, leznas y martillos. Si es que esos utensilios todavía se usan.

Al final, pagó cristianamente cual corresponde y más en estas fechas y prometió que por lo menos hasta el año que viene no volverá a hacer copia ninguna de llaves en la 'clínica'.

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