Pinceladas salmantinas

• Volver a las raíces, por extrañas que sean las circunstancias, es recobrar ciertos olores que ya no recordabas. Por ejemplo recuperar el olor de la lluvia, que no es el mismo en la meseta que entre la bruma del Cantábrico...
• Volver a las raíces, en peculiares circunstancias, es volver a ver caras transformadas, como la tuya, por el paso de muchos años. Vidas rebeldes, que se apoyan ahora en un bastón, vidas viajeras cronometradas por un marcapasos, rostros morenos que muestran que el corazón agradecido sigue tan joven como antaño. Antiguos compañeros que ocupan puestos de cierto relieve, pero que han envejecido más de la cuenta, no por fuera, sino por dentro...
• Volver a las raíces, es poder pasear por una Plaza Mayor que rejuvenece mucho mejor que las personas, después de 250 años. Eternamente joven, porque la vida se la dan las personas a las que da cobijo. Una Plaza Mayor, joven por la mañana, plural al mediodía, madura por la tarde, nuevamente joven por la noche, siempre la misma y siempre cambiante.Pulmón, corazón, arteria principal de la ciudad.
• Volver a las raíces es poder saludar a D. Gonzalo Torrente Ballester, cual otro Pessoa, sentado en el Novelty. Es poder sentarse a su lado, a las doce de la noche, tomar un café, dejarle que hable con su voz gangosa e interminable, la mirada curiosa y fija tras los gruesos cristales como fondo de botellas inacabables...
• Volver a las raíces es comprobar que han pasado los años y la madurez te ha devuelto la parte mejor de tu infancia...
• Volver a las raíces, es volver a la nostalgia fértil, pero es también nutrirse de nueva savia sabia.