SIENTE, DILO
A mi madre,
para que siga viviendo
su otra vida.
No te lo guardes,
no te quedes con nada.
Es todo y sólo, lo que tienes:
lo que sientes.
Todo lo demás es Nada.
Tu casa, tus saberes,
Tu aparente poder,
si lo tuvieres,
tus “haberes”, son Nada.
Te sirven ahora, para
seguir viviendo, pero
no son tuyos,
no son TÚ. Tú no eres eso.
La vida te lo presta
para que vivas.
Puedes , tal vez sobrevivir,
pero lo que se dice
vivir, vivir, estar vivo,
es lo que sientes y
expresas, lo que das,
lo que recibes,
lo que entregas,
lo que te entregas.
Sientes, para que otros sientan
y vivan. Te vivan un poco
y tú los vivas.
Muertos vivientes o muertamente
viviendo. Muriendo quizá
para poder seguir viviendo
un trocito de vida cada día.
Ayer, mientras aquellos hombres
de mono gris y de rutina,
amontonaban sobre ti
paladas de tierra húmeda
sobre lo que quedaba de ti
a vista de los ciegos,
es decir, apenas una caja
con tu Nada,
yo sentía que no eran más que
pegotes de arcilla
sacada de debajo de
la losa que hasta hace poco
cubrió otras Nada.
Me dolía cada paletada
con que manos ajenas,
rutinarias y frías,
se empeñaran en borrarte
con trazos negros de
tinta oscura y gris o
de arcilla húmeda y parda.
Es como si quisieran
tachar definitivamente
tu vida. Como si hubiera
sido eso, Nada.
Nada más otra vida más,
vida sin apenas historia,
apenas otra vida
que se olvida.
Pero dentro de mí sentía
que no morías, que no podías
morirte así, por las buenas,
que no morías del todo,
mientras yo viva.
Porque lo quieras tú o no,
o yo, sí o no, lo quiera,
seguirás viviendo en mí
de extraña y singular manera.
Con un encargo claro
que quizá nunca pronunciaras
de tanto callar lo que sentías,
de tanto no saber expresar
lo que querías.
- “Quiere, siente, exprésalo.
Sólo eso ERES, lo que sientes,
lo dices, lo compartes, te lo dan,
lo regalas”
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