Síndrome de Estocolmo

Nuestros queridos 'gobernantes' y los aspirantes a serlo, parece que están felices y hasta adornan con lágrimas su 'triunfo'. Todo por los votos. Hasta el señor Rajoy, en un acto que no se sabe si es para no 'aguar' la fiesta que le han preparado o por no desafinar en el concierto, ha declarado: "Es una buena noticia que hayamos conseguido que ETA haya renunciado por fin a imponer su proyecto político a través de la muerte, el miedo, la violencia y la exclusión… Hoy el pais es más libre porque este anuncio se ha producido sin ningún tipo de concesión política".(¿!?)

¿Ingenuidad, intereses, precauciones...? O es que como escribía en sus "IDEAS" el profesor José Antonio Marina nos afecta el

Síndrome de Estocolmo.

Se llama así a la compleja relación emocional que una víctima puede establecer con su verdugo, sobre todo en el momento en que éste afloja un poco la presión. Lo he estudiado, sobre todo, en el caso de las mujeres maltratadas, que interpretan como un ejemplo de bondad el que su pareja no las castigue cuando ellas esperaban serlo. El alivio que ese hecho produce les hace olvidar que se da dentro de una situación injusta, que es una emoción perversa, porque acaba invirtiendo los papeles: a los ojos de la víctima el cruel se transforma en generoso, el acosador se vuelve benevolente.
La gratitud ante una amenaza criminal no cumplida no tiene nada que ver con la gratitud ante una ayuda. Pero nuestros sistemas mentales de evaluación facilitan esa confusión, como saben los psicólogos conductistas. Podemos interpretar como premio la supresión de un castigo. Pero en el terreno ético, político y social, ese mecanismo puede llevarnos a serias equivocaciones.
No sería sensato que fuéramos víctimas del síndrome de Estocolmo con respecto a ETA. No ha hecho nada bueno, generoso, justo o benéfico. Simplemente, han dejado de hacer daño, de asesinar, amenazar, angustiar. Su comunicado -que como todos los suyos conviene tomar al pie de la letra, es decir, dice lo que dice y nada más- habla de un «cese». Cesar en la violencia no es un acto bueno, sino la supresión de un acto malo.

Hay muchos tipos de 'violencia' que no necesitan ya armas , sobre todo cuando el campo ya está sembrado y el personal amaestrado. Sólo unos pocos valientes se mantienen de pie, en su sitio.

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