HACHI, Esperando a su amo

“SIEMPRE A TU LADO”

Mira, Douce, si te digo la verdad hay muchas de las cosas que deposito en la isla que no me satisfacen y sé que a ti te van al pairo, pero como eres prudente, no haces comentarios. Hoy te voy a contar una historia que estoy seguro que te gustará, aunque te sentirás muy triste. También algunas tristezas están llenas de vida. Acabo de terminar de verla y quiero compartirla contigo. Trataré de ser breve.

Ocurrió hace tiempo. Un día, en una estación de tren, un profesor que volvía de sus clases se encontró en el andén con un perro abandonado. Hizo todo lo posible para encontrar a su amo, pero nadie reclamó a Hachiko que fue en adelante su nombre. También en su casa encontró algunas reticencias, pero el profesor y Hachi ya se habían ‘encontrado’ para siempre. Juntos jugaban, se enseñaran mutuamente quiénes eran y sabían que el azar les había unidos para siempre. Viendo sus juegos, sus miradas con esos ojos inteligentes, las posturas de Hachi, te estaba viendo a ti y me veía yo cuando veía al Parker, el profesor de música.

Le veía tratándole de enseñar  ir a buscar la pelota para que se la devolviera y como tú, no le hacía caso. Veían las pelis compartiendo palomitas. Hasta aprendió a acompañarle a la estación todas las mañanas cuando el profe iba a dar sus clases a la Universidad y por la tarde, puntual, a las 5, todos los días esperara delante de la estación a que llegara. ‘Siempre a tu lado’.

Todo fue así, feliz, durante dos años. Todos en el pueblo le conocían. Una tarde Hachi, como siempre le esperara en su lugar de cita… y el profesor no llegaba. Pasaron las horas, los días y su amo y amigo no llegó. La casa fue vendida y la hija y la mujer del profesor se trasladaron a otra ciudad. La hija quiso llevar a Hachi a su casa, con su hijo. Pero Hachi sólo pensaba, paciente, que volviera su amo de sus clases y siguiendo las vías del tren fue a su sitio. Pasaron los otoños, los inviernos, aguantó nevadas y ventiscas. El vendedor de ‘perritos calientes’, la carnicera, el ferroviario encargado de la estación, se ocupaban de que tuviera lo necesario, pero le faltaba lo principal.

Así pasó nueve años, fiel, esperando, hasta que una noche de invierno, dormía para siempre con sus doce años.

Esta es la historia, Douce, no muy bien contada, pero que me ha humedecido los ojos, me ha hecho pensar en ti, en Hachi, en su amo y me ha permitido sentir de verdad lo que es la vida. No te la he contado para que te pongas triste, quiero que celebres conmigo esto tan hermoso de poder vivir juntos. Sé que me va a costar muchísimo si algún día no puedo perderte ‘físicamente’ porque para mí siempre estarás viva. No me gustaría que fuera al revés, yo puedo aprender a seguir teniéndote, me dolería mucho más que tú me estuvieras esperando como Hachi.


Comentarios

Campurriana ha dicho que…
Estas películas me hacen llorar tanto que no sé si seré capaz de verla....
Muchas lecciones nos dan los canes.
Campu ha dicho que…
Vuelvo a leerla...

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