Pájaros sin cuenta
HORNEROS Y OTROS PÁJAROS
By DOUCE
Hace tres días, el Náufrago y yo salimos a dar el último paseo del día, o sea, por la noche. El cielo estaba despejado, cosa rara por estos lares. Una luz de luna plateada, fría pero intensa, iluminaba nuestro paseo. Mientras el Náufrago observaba la luna y el cielo estrellado yo seguía oliendo las hierbas y plantas del jardín. De repente, desde la copa de un abeto, el Náufrago oyó el canto de un mirlo que agujereaba la noche, casi primaveral. Yo seguía mi ronda olfativa y apenas atendía a la sonata del pájaro. Quizá la temperatura le había engañado, porque normalmente aparecen por aquí algo más tarde.En nuestros siguientes paseos no hemos vuelto a escuchar el canto del mirlo.
Hablando de pájaros, desde Uruguay, han llegado a la isla los trabajos y los días de los ‘Horneros urbanos’. Los hemos visto construir su casa con la perfección y funcionalidad del mejor arquitecto. Para ellos no existe crisis del ladrillo. Con barro, hojas y pajitas construyen sus casas. En apenas dos meses, trabajando entre ocho y diez horas diarias, tienen una hermosa y acogedora mansión, sin entradas, mensualidades ni hipotecas que valgan.
Macho y hembra trabajan por igual, y en plan de igualdad se ocupan de sus crías.Días antes de dejar su ministerio, Bibiana Aido visitó uno de estos 'hogares' para tomar nota. Una vez terminada la cría de los pichones, abandonan el hogar y construyen otra mansión. No hay para ellos crisis alguna. Ceden sus viejas casas a animales en paro, vagabundos o cualquier otro ‘sintecho’. El mismo Zapatero ha invitado a una comisión de horneros para recabar sobre su ‘modus operandi’. Información que han dado gustosamente, sin reclamar ni un solo euro. En las escalerillas de la Moncloa, cuando los horneros y horneras iban a emprender el vuelo hacia cielos menos contaminados, se oyó la voz de Zapatero que murmuraba: “¡Ay quién fuera pájaro sin cuenta!”
Macho y hembra trabajan por igual, y en plan de igualdad se ocupan de sus crías.Días antes de dejar su ministerio, Bibiana Aido visitó uno de estos 'hogares' para tomar nota. Una vez terminada la cría de los pichones, abandonan el hogar y construyen otra mansión. No hay para ellos crisis alguna. Ceden sus viejas casas a animales en paro, vagabundos o cualquier otro ‘sintecho’. El mismo Zapatero ha invitado a una comisión de horneros para recabar sobre su ‘modus operandi’. Información que han dado gustosamente, sin reclamar ni un solo euro. En las escalerillas de la Moncloa, cuando los horneros y horneras iban a emprender el vuelo hacia cielos menos contaminados, se oyó la voz de Zapatero que murmuraba: “¡Ay quién fuera pájaro sin cuenta!”
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