De las 'Rebajas' a París

Insaciables
Esta mañana al despertar y ver la fecha, 7 de enero 2011 - ¡Dios mío, qué prisa tiene el tiempo! - pensé que ya había terminado esta carrera de fiestas, acontecimientos, más fiestas, más compras, más regalos... De pronto me acordé que no, que son insaciables, que no nos dan ni un segundo de reposo… ¡Que estaban ahí las REBAJAS!. Iba a comentar lo que eso representa. Luego me puse a leer la prensa. Empecé por el suplemento que la acompañaba y anoté lo que transcribí en la entrada anterior. Cuando terminé, leí la columna que figuraba al lado. Su título “Radio París”, lo firmaba Francisco Javier Irazoki, a quien no conocía, y empecé a leer su reflexión: “En cualquier ambiente de fervor, cuando era joven me gustaba decir que la calidad de unas ideas políticas se podía medir por su respeto a las contrarias…”

Seguí leyendo, me parecía que lo que expresaba coincidía con lo que tantas veces había pensado y sigo pensando. Terminada la lectura, traté de informarme sobre su autor. Leí una breve biografía y ésta me reenvió a su página Web. Supe de su trabajo como periodista musical en Madrid, allá por los ochenta, de sus estudios musicales: Armonía y Composición, Historia de la Música, de su residencia en Paris desde 1993. Pude leer algunos de sus poemas, sus entrevistas, su trabajo actual. Hasta parte de su autorretrato: “Lo mejor de mi cara es la lechuza. Vive impasible, subida a unas zarzas blancas. A veces noto el roce de su plumaje amarillo en la frente, o de sus uñas negras que dan cuerda al tiempo en mis arrugas…

Seguiré interesándome por el personaje. Mientras tanto, dejo aquí en la isla, la columna que me alejó de las “REBAJAS”. No me arrepiento

Francisco Javier IRAZOKI
En cualquier ambiente de fervor, cuando era joven me gustaba decir que la calidad de unas ideas políticas se podía medir por su respeto a las contrarias. Pasado el tiempo, encontré un método más eficaz y rápido para sopesar dichas calidades: comprobar si la ideología era compatible con el sentido del humor.

La prueba es muy fácil. Aplicamos una pequeña dosis de jocosidad a los nacionalismos e inmediatamente se descosen sus cuerpos hinchados de orgullo tribal y egoísmo económico. Y no digamos nada si hacemos idéntico experimento con el fascismo, la dictadura del proletariado y otras creencias transmitidas desde un catálogo de dogmas.

Así he llegado a la modesta conclusión de que no existe ninguna justicia sin la alegría autocrítica. Que se lo pregunten a los lectores de Mark Twain, Laurence Sterne, Heinrich Heine y demás humoristas tiroteados por el pensamiento ortodoxo. Para defendernos, sólo queda la solución de aprender a vivir con personas cuyos gestos y palabras trituran nuestras risas. No hubo una plasmación errónea de las bellas teorías; he visto el infierno en su rigidez sagrada.

Comentarios

Campurriana ha dicho que…
Me ha gustado esta entrada, Náufrago. No conocía a este hombre. He recordado, no sé por qué, una frase que leí el otro día. No sé de quién es...(no creo que importe demasiado)...

Si quieres saber realmente cómo es una persona, observa cómo se comporta con sus "inferiores"...
Douce ha dicho que…
Campu,

Yo tampoco le conocía. Ojeando la revista encontré la columna y la hice un poco mía. Luego entré en su web, leí su 'biografía', algunos de sus poemas y alguna entrevista.

Supe algo más de él y pensé que valió la pena detenerme un rato.

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