La necesidad de expresión, la blancura de la página
Nada, ni nadie le exigen al Náufrago que se asome a diario a esta bitácora, pero se ha convertido en una especie de necesidad. Plasmar en forma de escritura alguna de las mil inquietudes, curiosidades, descubrimientos que bullen en su complejo mundo interior como si fuera una caldera en constante ebullición, se ha convertido en una necesidad, una especie de vía exutoria de sus toxinas anímicas.
Pero por frívolo, impertinente, vacuo, inútil o interesante que sea lo que escribe, necesita que brote de alguna curiosidad, inquietud, revelación o simple exhibición que roce, aunque sea de manera leve, las fronteras que sus intereses. Hoy, leyendo dos columnas periodísticas ha sentido, siquiera levemente, sensaciones que él también ha experimentado u observado en sus aledaños emotivos.
Empezando por la más anecdótica, se ha sentido próximo o prójimo de alguien que titulaba su columna ‘Daltónicos’. El Náufrago también es daltónico y puede comprender el mundo, las circunstancias y las reacciones que ‘colorea’ en su artículo. Dejando de lado el momento en que descubrió o le descubrieron que su mundo tenía ‘colores distintos’ de los que se consideran ‘normales’, se reconoció en la naturalidad con que los daltónicos aceptan que su mundo no es ‘peor’ que el de ‘aquellos que diseccionan los colores con la precisión de un bisturí’. Uno no añora aquello que nunca ha conocido.
Nunca ha sentido su ‘anomalía’ (α- νώμαλος : ‘no igual’) como un impedimento grave, al contrario su daltonismo le convierte en centro de atención ocasional, de curiosidad del respetable, que empiezan a hacer preguntas que él encuentra absurdas ¿Y de qué color ves este jersey, este mantel, esa servilleta, la blusa de aquella señora…? Preguntas absurdamente inútiles. Pasado el momento de atención, viene la frustración de no poder explicar lo inexplicable.
Dejada esa sensación de cercanía con los que ‘ven el mundo’ de modo parecido a él, se ha sentido cerca de la otra columnista que explicaba lo difícil que le resulta enfrentarse al ‘puto folio’ del lunes, cuando tiene que ponerse a escribir desde la insulsez mediática de los domingos, a menos que escriba sobre fútbol, coches, pelotas y otras redondeces… Después de expresar su pánico ante el folio en blanco, su habilidad y su oficio de articulista, le abren el camino del asunto sobre el que quiere escribir. Antes de hablar sobre “Cómo informar sobre infancia y violencia”, se ha detenido en ese espacio donde surge la violencia de los domingos familiares.
Escribe la periodista: “La familia es nido de amor, pero también de odio. Los rencores germinan en torno a una mesa camilla, mientras el telediario reparte menudillos y los hermanos se disputan el mando de la tele…” Y luego deriva hacia todo tipo de violencias domésticas hasta terminar en lo más trágico que últimamente ocupa un lugar preferente en los medios. No se sabe ya dónde empieza y dónde terminan todas esas imágenes de hachas, cuchillos, mamporros, disparos, venganzas, incendios, que cada vez ocupan más páginas en los periódicos y más imágenes en las pantallas.
Cuando se amortiguan, temporalmente, las peleas, los rifirrafes, las descalificaciones mutuas entre los partidos políticos, surgen, destacadas, subrayadas, plenas de detalles, todas las ‘exquisiteces’ de los maltratadores, pederastas, violadores y secuestradores de hijas. Se diría que la violencia y los medios se necesitan, se retroalimentan. Ya no es suficiente que el hombre muerda a un perro para llamarlo ‘noticia’. Necesitamos sensaciones ‘más fuertes’.
Además de describirlo, ¿disponemos de ideas para poner algún remedio?
Pero por frívolo, impertinente, vacuo, inútil o interesante que sea lo que escribe, necesita que brote de alguna curiosidad, inquietud, revelación o simple exhibición que roce, aunque sea de manera leve, las fronteras que sus intereses. Hoy, leyendo dos columnas periodísticas ha sentido, siquiera levemente, sensaciones que él también ha experimentado u observado en sus aledaños emotivos.
Empezando por la más anecdótica, se ha sentido próximo o prójimo de alguien que titulaba su columna ‘Daltónicos’. El Náufrago también es daltónico y puede comprender el mundo, las circunstancias y las reacciones que ‘colorea’ en su artículo. Dejando de lado el momento en que descubrió o le descubrieron que su mundo tenía ‘colores distintos’ de los que se consideran ‘normales’, se reconoció en la naturalidad con que los daltónicos aceptan que su mundo no es ‘peor’ que el de ‘aquellos que diseccionan los colores con la precisión de un bisturí’. Uno no añora aquello que nunca ha conocido.
Nunca ha sentido su ‘anomalía’ (α- νώμαλος : ‘no igual’) como un impedimento grave, al contrario su daltonismo le convierte en centro de atención ocasional, de curiosidad del respetable, que empiezan a hacer preguntas que él encuentra absurdas ¿Y de qué color ves este jersey, este mantel, esa servilleta, la blusa de aquella señora…? Preguntas absurdamente inútiles. Pasado el momento de atención, viene la frustración de no poder explicar lo inexplicable.
Dejada esa sensación de cercanía con los que ‘ven el mundo’ de modo parecido a él, se ha sentido cerca de la otra columnista que explicaba lo difícil que le resulta enfrentarse al ‘puto folio’ del lunes, cuando tiene que ponerse a escribir desde la insulsez mediática de los domingos, a menos que escriba sobre fútbol, coches, pelotas y otras redondeces… Después de expresar su pánico ante el folio en blanco, su habilidad y su oficio de articulista, le abren el camino del asunto sobre el que quiere escribir. Antes de hablar sobre “Cómo informar sobre infancia y violencia”, se ha detenido en ese espacio donde surge la violencia de los domingos familiares.
Escribe la periodista: “La familia es nido de amor, pero también de odio. Los rencores germinan en torno a una mesa camilla, mientras el telediario reparte menudillos y los hermanos se disputan el mando de la tele…” Y luego deriva hacia todo tipo de violencias domésticas hasta terminar en lo más trágico que últimamente ocupa un lugar preferente en los medios. No se sabe ya dónde empieza y dónde terminan todas esas imágenes de hachas, cuchillos, mamporros, disparos, venganzas, incendios, que cada vez ocupan más páginas en los periódicos y más imágenes en las pantallas.
Cuando se amortiguan, temporalmente, las peleas, los rifirrafes, las descalificaciones mutuas entre los partidos políticos, surgen, destacadas, subrayadas, plenas de detalles, todas las ‘exquisiteces’ de los maltratadores, pederastas, violadores y secuestradores de hijas. Se diría que la violencia y los medios se necesitan, se retroalimentan. Ya no es suficiente que el hombre muerda a un perro para llamarlo ‘noticia’. Necesitamos sensaciones ‘más fuertes’.
Además de describirlo, ¿disponemos de ideas para poner algún remedio?
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Resultados del test hecho por el Náufrago :
1.- No ve ninguna estrella en la primera columna de la izquierda
2.- Entrevé el círculo y ve con nitidez el 2 de la segunda columna. Del 8, ná de ná
3.- En la columna tercera ve perfectamente el 0, bastante bien la X, una miaja de V
4.- En la cuarta columna ve un poco el triángulo, entrevé levemente el 2, a la "Estrella" que la zurzan.
Fuente: El singular de tecnología
Comentarios
Saludos,
JP
La verdad que uno no sabe qué decir, sólo expresar que uno se siente halagado y reconfortado interiormente al saber que otros aprecian lo que con cariño y sinceridad escribe.
Aunque se escriba teóricamente para sí, siempre se alberga la secreta esperanza de que alguien, en algún lugar, lo lea y se sienta más o menos cercano.
Enhorabuena por tu trabajo, su contenido y la atención que le dedicas.
Un afectuoso saludo
No se puede añorar lo que jamás sucedió, tu mundo es así, pero tal vez, precisamente por ello, pudiera ser que tuvieras mas desarrolladas otras facetas.
Un saludo
Para mí, esta bitácora, es una forma de hablarme en voz alta, a sabiendas de que puede haber otros ojos y otros oídos que lo pueden ver y oír. No me importa, además lo deseo.
Si logro que mis monólogos encuentren eco en otros ámbitos privados me siento acompañado, que es al fin y al cabo un deseo muy humano.
He visitado tu blog. Hablas con tus fotos, con imágenes que respiran pazy sosiego, con textos breves y escogidos que despiertan 'sueños' de un planeta que algunos se empeñan en hacerlo 'invisible'.
Gracias por hacérnoslo 'visible' y ensoñación vivida.
Un saludo