Douce se va de Picos Altos

PART ONE: DE CÓMO DOUCE SE PUSO LAS BOTAS

Pues sí señor, ya iba siendo hora de que mi papá me sacara para ir por ahí, de Picos Altos. Lo de ayer fue una salida de ésas que valen la pena. Escapar un poco de nuestra rutina diaria, de esos paseos de chichinabo y volar hacia las alturas. Bueno, quizá esto último me haya salido algo pomposo, pero yo creo que la ‘aventura’ valía la pena, al menos yo pude sentirme una perrita ‘realizada’, como dicen algunas amigas mías un poco cursis.

Ayer, me reconocí a mi misma, pude evadirme de la rutina diaria: breve salida matutina para ejercitar mi olfato, un pis, un pon, y hala, p’a casa, a esperar de nuevo a que mi papá me utilice so pretexto de ir a comprar el pan o el periódico, otra mariconada de paseo… Y luego, algunos días ‘festivos’, paseos por el bosque o por la playa. ¡Ya está bien de rutina, sin poderse jalar una rosca de libertad de la buena y hasta de libertinaje, si se tercia! Vale, esta segunda parte me ha salido más liberadora y medio cursi.

Dejemos los rodeos y vamos a lo nuestro. Ayer mi papá me despertó un poco más temprano que de costumbre porque había quedado con un amigo que vive allá en las alturas, en un pueblo donde Cristo perdió la estilográfica. Esto último me ha salido un poco irreverente, pero es que quería explicar de manera gráfica lo alto que está ese pueblo en eso que los romanos llamaron Mons Vindius (o Monte Blanco) y luego los marineros dieron en denominar Picos de Europa porque era lo primero que veían al acercarse al continente. Vete tú a saber. A mi esas cosas me traen un poco al pairo.

Lo cierto es que nos pusimos en carretera, atravesamos un desfiladero que llaman de la Hermida y a mí me dio tiempo a mirar aquellas enormes paredes de roca entre las que, haciendo zigzag, discurre una carretera muy estrecha. Total que si te coge un autocar, como ayer, te tiras casi tres cuarto de horas para recorrer veinte kilómetros, con la consiguiente impaciencia de mi papá pensando en que no llegaría a su cita con los amigos. Pero para eso estoy yo y decirle: ‘tranquilo, jefe, que más se tardó en tomar Zamora’. Esto no sé donde me lo he sacado. Al final llegamos a la hora, y allí, además de los amigos de mi papá, me estaba esperando otra perrita que se llama Mar.

La verdad es que la bienvenida de Mar no fue en un principio demasiado amistosa. Creí entender que me decía, en nuestro, lenguaje: “Guapita, está es mi casa – llevaba allí día y medio – así que quiero que respetes ‘mi’ territorio”. Yo, como perrita muy enterada, comprendí lo que quería decirme y le contesté que iba en son de paz y lejos de mi ánimo robarle un ápice de su terreno, que tratara de comprender que yo era un ave, mejor, perrita, de paso. La verdad es, que excepto esta primera puesta en claro de la situación, el resto del día transcurrió pacíficamente en cuanto salimos a ‘cielo abierto’, porque ya había sitio suficiente para las dos y no había lugar a 'tuyo/ mío'. Eso a los humanoides también les pasa en cuanto se siente 'avasallados'.

Después de la ‘presentación y saludos’ fuimos a lo que íbamos: a disfrutar de un día de ‘marcha’, dispuestos a alcanzar las alturas de un monte que llaman Pico Jano, porque por esos parajes en cuanto te descuidas te llaman ‘pico’. Previamente dejamos los coches aparcados en un pueblo con un nombre muy bonito que se llama Dobarganes (ver mapa). Allí empezó mi 'baño libertino'. Mientras los excursionistas dejaban los vehículos y se preparaban para la ascensión, yo hice una pequeña escapada y me metí en un sitio donde había vacas y unos novillos la mar de apuestos . Cuando salí y me presenté frente al ‘respetable’ grupo, un grito unánime, empezando por mi papá resonó en el aire: “¡Douceeee ¿Pero qué has hecho?”. Yo les miré, ellos miraban mis patas y al ver que seguían mirando medio estupefactos, les dije en mi lenguaje – no sé si todos lo entendieron, pero sí que lo vieron – “Me he puesto las botas”. Efectivamente podían ver a las claras, lo oscuras que estaban mis antes blancas patas, cubiertas por mis ‘botas’ vacunas.

Y aquí cierro mi “Part one” de la historia : “Douce se va de Picos Altos”. Es probable que haya una “Part Two”. Primero voy a ver si me quito todas las garrapatas que cogí en mis libertinos revolcones.


Comentarios

El burro Romero ha dicho que…
Hola, Douce:

Ya estoy deseando leer la segunda parte. Se te ve realmente feliz en las imágenes pero, para ser honesto y aunque ya sé que un día es un día, no te favorecen demasiado las botas de caña alta.

Rebuznos cordiales ;)
Douce ha dicho que…
Gracias, Romero:

Pues sí, me lo pasé muy bien, pero hoy estoy 'rendida'.

La verdad es que yo misma me di cuenta de que estoy mucho mejor sin tanta bota y tanta 'caña'.Mis blancas patas están para lucirse.

A pesar de mi cansancio y la tarea que me están dando esas 'garra-patas'. 'garra-orejas' y 'garra-lo-que-puedas', he escrito mi "part two", especialmente dedicada para tí.

Mis guauusss mas sentidos ;-)
fermin ha dicho que…
Pues que quieres que te diga, Douce, con el permiso del burro Romero, yo creo que tus botas quedan mucho más acorde con esos vellos parajes de la Liebana. Lo que si entiendo es el engorro, para tu papa, a al hora de volver a casa. Yo convivo con Leisi, que es como tu una perrita urbana, y algo se de estos trances.
Saludos

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