Douce se va de Picos Altos

By DOUCE (dedicado al burro Romero)

PART TWO: HACIA LAS ALTURAS, ‘CHEZ GARRAPATILANDIA’

No crean que haya sido fácil que yo acometa esta segunda parte de “ Douce se va de Picos Altos”. Me he pasado media mañana ‘desgarrapatándome’. Se ve que mis libertinos revolcones han pasado su factura y esos aprovechados parásitos, 'garra-patas', garra-orejas' 'agarra-todo', debieron encontrar muy apetitosas mis sonrosadas carnes trémulas. Se habían hospedado en toda la geografía de mi cuerpo serrano, dispuestas a darse el gran banquete a costa de mi sangre, por ‘de gratis’.

Menos mal que en casa las han ido localizando pacientemente y se les ha indicado que eran huéspedes ‘no deseados’. Mañana mi papá irá a por algún ‘progam’ o similar para acabar de rematar la faena. Y es que una no puede estar tan buena y deseable, todas las modestias aparte.

Pero prosigamos nuestro relato, porque estos parásitos además de chupar sangre se han comido ya la mitad de la historia. Habíamos quedado en que yo me había puesto las botas ‘for walking’. Nada más empezar, me puse a la cabeza de la expedición, subiendo y bajando el camino dos, tres o más veces, para ver si me seguían. Enseguida me percaté de que aquellas botas no estaban hechas para caminar, así que entoné aquello de “these boots weren't made for walking” y poco a poco las fui mandando al carajo.

Después de una breve parada para contemplar la laguna que está en la parte interior de la ruta fuimos subiendo poco a poco. Yo me hubiera dado un baño porque hacía un calor un tanto bochornoso que yo veía en los acalorados rostros de mis muchachas y muchachos. Seguimos pues la ascensión. De vez en cuando yo me paraba a mirar a mis expedicionarios y expedicionarias, para ver cómo iba la cosa y podía observar alguna falta de ‘preparación’, pero nadie rechistaba. Mientras, Mar, me controlaba a la sección femenina que subían tranquilamente, departiendo sin grandes prisas. Nos cruzábamos con grupitos o parejas que subían o bajaban y nos saludábamos. No sé por qué estos humanos que andan por las alturas se saludan más que los que van en plan gregario en metros, autobuses o hasta en los sitios de recreo o de trabajo.

Después de hora y media o algo más - yo me había dejado el reloj en casa - llegamos al Pico Jano. Había una especie de plataforma desde donde se divisaba un paisaje de las 'Mil y un Mediodías'. Yo acercaba la oreja para enterarme de algo. Marcos, que es el que más sabe de esto de la geografía, geología y adyacentes, iba poniendo a cada pico su nombre y explicaba a mi papá, que de esto no sabe ni papa, cómo había emergido aquél bloque que se llama Cordillera Cantábrica y ese macizo más joven, llamado Picos de Europa. He dicho jóvenes, aunque los 'pollos' tienen cientos de millones de años ahí donde los ven.

Allí se pasaron un buen rato descansando, admirando todo aquel círculo de montañas y paisajes que rodean este magnífico mirador. Aprovechamos para saciar la sed, yo bebiendo en el cuenco de la mano de mi papá y compartiendo con él cacahuetes, avellanas, almendras y demás frutos secos. Una vez comidos, bebidos y descansados, me puse de nuevo a la cabeza del grupo de esforzados montañeros y fuimos bajando. Nos encontramos a más excursionistas, jóvenes, parejas, matrimonios con niños y niñas que subían con particular ‘frescura’. Yo velaba por los míos, mi papá decía que prefería subir porque a la bajada se le resentían las bisagras, pero se portó muy bien y al final tuve que darle la enhorabuena, para animarle. Sé que estas cosas le rejuvenecen, así que le doy un poco coba.

Lo que ya no me gustó tanto, es que ellos se detuvieron en un pueblo muy bonito, llamado Enterrías y mientras ellos le daban al vermouth, al vino, la cerveza, la cecina y las aceitunas, a Mar y a mí nos dejaronlos coches sin ningún refrigerio que llevarse a la boca. ¡No hay derecho! Desde aquí elevo mi protesta a la ministra del ramo para que ponga en marcha eso de la ‘Igualdad’, porque pareciera que para nosotros y nosotras no llegan las ‘cuotas’. Menos mal, todo sea dicho, que antes de que ellos se pusieran a comer, llegados a casa, nosotras fuimos las primeras en ser atendidas. Tampoco es ninguna heroicidad porque nuestro ‘menú’ no requería largas preparaciones. Sin embargo el suyo sí que necesitó de algunos requisitos aunque, previsores, estaba todo preparado. Además, he de agradecer que alguien se acordara de servidora y le diera a degustar algunos huesos de chuleta que estaban para chuparse las patas.

La tarde transcurrió en una velada tranquila. Alguien quiso sacarnos una foto a Mar y a mí como prueba de que ya estaban todas las cuentas saldadas. Y no es que seamos Dani Pedrosa y el tal Lorenzo, pero se necesitó la colaboración del papá de Mar para sacarnos la foto juntas. Antes de marchar tomaron un té con todo el ritual saharaui, servido por manos expertas en este arte y luego mi papá y yo emprendimos el viaje de regreso a casa.

La salida del pueblo, con sus cuestas, sus callejuelas, sin semáforos, ni indicaciones de salida, es mejor que no se la cuente. Mi papá casi deja en el intento la mitad de las defensas del coche con tanta marcha atrás, tanto desvío hasta encontrar la salida. Sentí tanto bochorno al verle maniobrar tan torpemente, que salí del coche mientras las ruedas patinaban. Me hice la longui como dando a entender que yo ‘no’ viajaba en ese vehículo. ¡Por fin!, encontró la pendiente adecuada y yo pude respirar tranquila, mientras él se pasó la primera parte del camino pensando que cuando llegara a casa verificaría los raspones que se había llevado el paciente vehículo.


Comentarios

El burro Romero ha dicho que…
Hola Douce:

Me ha gustado mucho tu aventura. Espero que ya hayas conseguido liberarte de tus "chupasangres". Es que ahora es la época; garrapatas: en el campo y en la "RENTA" (seguro que tu papá entiende esta broma de Iván).

Yo, que soy un goloso, no he podido evitar fijarme en la foto donde sale una rama cargada de deliciosas brevas,mmm, lástima que aún tengamos que esperar a San Juan para poder comerlas.

Ahora toca descansar, tu papá y tú, para que pronto podáis poneros de nuevo las botas y en el establo podamos seguir disfrutando de vuestras aventuras.

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