Silencio en el estadio

A Antonio Puerta, con afecto

Por una vez el fútbol se ha olvidado de las galaxias, ha cesado en los insultos, ha detenido la rueda loca del despilfarro y los dineros. Han enmudecido las gradas, han desaparecido los colores, las pasiones locas o alocadas, los gritos, los silbidos, los puñetazos, las patadas y se ha teñido de dolor y cercanía.

Se ha oído un silencio unánime en la gente del balón y en la que no entiende de balones.
Por unos días, todo el país se ha sentido aficionado, ha estado atento a los partes médicos, ha tratado de hacer latir un corazón paralizado, le ha dicho al oído: "¡Ánimo Antonio, vive. ¡Vive!"

- Eran las 14:30 horas de un martes agosteño, en una Sevilla en que se hacía más denso el bochorno del verano. Su joven corazón de 22 años se paró. Con él ha detenido un poco su reloj un país que en este agonizar del verano asistía expectante a una batalla inútil contra la muerte. Una vez más esta sombra testaruda se ha salido con la suya.

Recibe, Antonio - hasta hace poco un desconocido - un abrazo. Para ti, para tu familia.

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