Mi mañana en la playa.

By DOUCE

Este Náufrago de mares imposibles no sabe apreciar debidamente todo lo que le rodea: amigos, amigas, paisajes, estado, condición... y sobre todo, esta ‘becaria’. Yo soy a la vez amiga, confidente, compañera, distracción, compañía, tolerancia y muchas cosas más que por modestia me callo. Y ya que, excepto hoy, no me lleva a la playa, podría, al menos, enviarme de ‘corresponsal’ de esta bitácora a Mallorca, Marbella, Doñana o mismamente a Barcelona que es donde se cuecen los bogavantes, navegantes, visitantes VIP, amantes, desamantes y demás desbarajustes ferroviarios. Pero aquí me tienen, desaprovechado mi talento reporteril y marujo, mi osadía y mi habilidad para sonsacar los más íntimos secretos de corazón a corazón.

Rompiendo ese ostracismo al que me tiene relegada este verano, aprovechando que el día había amanecido nublado, cosa que espanta a los bañistas que frecuentan nuestra cala, esta mañana, muy tempranito, ha decidido por fin que podría acompañarle. Estaba seguro de que a esas horas y con el día que había amanecido, ambos podríamos campar por nuestros respetos y hacer lo que nos diera nuestra veraniega gana.

Así fue, cuando llegamos, la playa estaba desierta y el mar podía bañar nuestros pies y hasta nuestros cuartos traseros. Ni un alma, ni un cuerpo, ni espíritu alguno vagaba por la cala. Enseguida aproveché para dedicarme a mis perrunos placeres: me revolqué cuanto quise en la arena, corrí tras de la pelota, estuve cavando hoyos, metiendo un poco las patitas en el agua mientras él se bañaba, observando las lagartijas que se escondían entre las rendijas de las rocas en cuanto me veían... Era la reina de la playa. No comprendía por qué los humanos nos privan de estos placeres que a nadie molestan, maldecía secretamente su intolerancia, pero me sentía demasiado feliz para pararme a sentir mezquindades y hacer reproches. Estaba allí, era feliz. Si me apetecía correr, corría , si se me antojaba cavar, cavaba. Me sentía ‘pocera’ pero no deseaba ni jets, ni yates, ni estafar a nadie. Mis ‘pozos’ estaban reservados para mi pelota, era la residencia que yo quería construirle, sin hipotecas, sin entradas. Gratis total.

A medida que el sol iba apareciendo como si fuera un regalo especial para los dos únicos habitantes de la playa, fueron pasando por allí algunos amigos míos que dejaban a sus amos que se paseaban por el sendero cercano la playa y bajaban a saludarme. Según su porte y sus modales les hacía caso o seguía con mis juegos. Uno de ellos me hizo gracia porque después de nuestros ‘olidos’ de rigor, se alejaba un poco a dejar su tarjeta de visita caminando sobre tres patas, encogiendo la pata derecha trasera no se sabe si para demostrar sus dotes de acróbata o simplemente porque, impresionado, se le había paralizado la extremidad trasera.

Así transcurrió el tiempo que estuvimos. Luego, al reclamo del sol, fueron llegando más visitantes y nosotros, bueno, él, decidió que era la hora de marcharnos. Feliz domingo agosteño.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
¡Que guapísima estas! y que domingo tan chulo tuviste.
Para mí también ha sido bonito, he visto a "tu" Chico por primera vez desde que salió de casa. Te mandaré una foto.
Bicos
Douce ha dicho que…
Pilar,gracias por el piropo.

Me gusta que me llamen guapa y eso que me coges en una pose un poco seria. Además, cuando me llaman guapa a mí, mi papá se apunta como si se lo llamaran a él, o como si él tuviera algo que ver en mi guapura.

Pero bueno, yo le permito que comparta los piropos, como a él no se lo llaman habrá que dejarle que se contente por proximidad.

Un guauu muy cariñoso y otro para 'mi' chico. :-)

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