Quisera ser gorrión

By DOUCE

Esta mañana cuando bajé a pasear con mi papá no había apenas gente por las calles. Eran las nueve, un día gris plomizo, dicen que día de fiesta. Casi todo el paseo y los jardines era para nosotros. Para nosotros, algunas palomas y los gorriones. Parecía que
Los que estaban de fiesta eran estos pájaros traviesos e inquietos que bajan al suelo y se suben a los árboles como si estuvieran tuneados.

Hoy la fiesta la celebraban en torno a un trozo de pan que alguien había dejado en el suelo. Alrededor del corrusco tan pronto había dos, como cuatro, o desaparecían todos de golpe y aparecían nuevos visitantes. Hasta ocho juntos llegué a contar compartiendo el desayuno. A poco que yo me acercara para observarlos, escapaban como pájaro que lleva el diablo. Picoteaban, se quitaban el mendrugo unos a otros y una vez satisfechos se encaramaban de nuevo en los abetos o en las ramas de los sauces.

Me admiraban estos pájaros de cuenta porque saben buscarse la vida y a mí me entró un poco complejo de niña mimada que me dan de comer en la mano y siempre tengo a disposición un cuenco donde hay comida y un recipiente con agua para calmar mi sed. Pensé que era una perrita privilegiada y por unos momentos soñé en ser gorrión. Un gorrión libre que sube y baja, va donde quiere, se gana la vida como puede y siempre está contento con su suerte. No es que yo no esté de acuerdo con la mía. Pero ¿ quién no sueña a veces ser gorrión...?

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