¿Intelectuales?

Hace unos días recogían los periódicos unas ‘profundas’ y reveladoras declaraciones de doña Rosa Regás, escritora, ex editora, traductora, y actual directora de la Biblioteca Nacional (con perdón), por gracia y favor zapatética. No sé si tales declaraciones las hizo ya en plena ‘peregrinación’ marítima: “Traslatio Literaria y Jacobea”, de resonancias latinas y barcos rusos, junto a otros selectos, es decir escogidos, periodistas, escritores e intelectuales. Lo cierto es que las palabras de la ‘intelectual’ dama han armado un buen zafarrancho entre el personal de la prensa y otras esferas. No por veraniegas y a pesar de puntualizaciones que más que puntualizar y enmendar, dejan menos claro cuál es la apertura de miras de la rezungona dama:

“Los grandes logros sociales de este Gobierno se venden mal porque la prensa no es del Gobierno. Todos van a favor de la oposición. Afortunadamente cada vez se venden menos periódicos».

- No parece que en tan pocas palabras quepa una visión más equilibrada de la realidad social, más revelaciones de deseos íntimos de tapar la boca a los que no piensan como ella, más resquemor, más servil lamer las manos del que le da de comer, amén de la mezquindad moral de desear que se venda menos prensa, cosa que no es cierta.

En un comentario en Diario Directo, el periodista Andrés Aberasturi, glosando lo de los “Grandes logros” regasianos , hace esta anotación “Nunca llegaré a entender cómo un intelectual -y Rosa sin duda lo es- puede llegar a posiciones tan cerradas, tan castrantes para mantener la objetividad mínima necesaria que se requiere para una critica coherente del mundo y sus alrededores.”

- Aprecio mucho a Aberasturi, pero me ha sorprendido que regale tan fácilmente el título de ‘intelectual’ a doña Rosa, por mucho que haya pasado su vida entre libros. Es cierto que las fronteras que determinan los dominios de este sector social rodeado de prestigio, son cada vez más difusas y que a los propios ‘intelectuales’, sean cual sean los límites escogidos, cada vez se les ve menos en la función principal que se atribuye a esta especie de faros intelectuales: su implicación, el compromiso de toda su persona sobre la base de un sentimiento crítico frente a la realidad social que le rodea. Cada vez hay menos ‘guías’ de pensamiento, o están atrincherados, o no dan la cara, o se arriman y adulan al poder, venden ideas hechas o sus propios prejuicio, complacientes con los que tienen el poder.

Así escribía Edward W. Said, palestino, profesor , crítico literario y político en su libro “Los intelectuales y el poder”.

“La elección más difícil a la que debe hacer frente el intelectual es la siguiente: o se alía a la estabilidad de los vencedores y dominadores o escoge – es el camino más fácil – considerar esta estabilidad como alarmante, una situación que amenaza a los débiles a los perdedores de total extinción ya hacerse cargo de la experiencia de su subordinación al mismo tiempo que del recuerdo de las personas y las voces olvidadas”.

- Intelectual: (Inter.: Entre, dentro; legere:leer) es la persona que entiende, que sabe leer y leerse por dentro, que no se pliega a sus rencores y prejuicios, que no va a favor de los vientos que soplan, que no repite lo que todos creen saber, que es crítico con la autoridad, con el poder y consigo mismo, que posee ideas originales, no aprendidas en los libros, que trata de ser fiel a la verdad aunque le cueste disgustos. No tengo la impresión de que doña Rosa, de prejuicios notables, de resquemores públicos y publicados, aduladora en sus tiempos de ocio, sea una buena representante de la ‘intelectualidad’. ¿O sí? A lo mejor es la intelectualidad que merecemos.

Esto escribía Paul Nizan , filósofo, escritor y ex comunista en su libro “Los perros guardianes”

"Que font les penseurs de métier au milieu de ces ébranlements ? Ils gardent encore leur silence. Ils n’avertissent pas. Ils ne dénoncent pas. Ils ne sont pas transformés. Ils ne sont pas retournés. L’écart entre leur pensée et l’univers en proie aux catastrophes grandit chaque semaine, chaque jour, et ils ne sont pas alertés. Et ils n’alertent pas. L’écart entre leurs promesses et la situation des hommes est plus scandaleux qu’il ne fut jamais. Et ils ne bougent point. Ils restent du même côté de la barricade. Ils tiennent les mêmes assemblées, publient les mêmes livres. Tous ceux qui avaient la simplicité d’attendre leurs paroles commencent à se révolter, ou à rire. (Paul Nizan, Les Chiens de garde, réédité par Agone, Marseille, 1998.)

¿Qué hacen los ‘pensadores de oficio’, cuando lo que nos rodea se desmorona? Se callan, no denuncian, no advierten de los peligros, no se mueven, siguen del mismo lado de la trinchera, publican los mismos libros, su pensamiento se aleja cada vez más del mundo que les rodea... para desgracia de los ingenuos que esperaban sus palabras...
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Imagen: Pedro Uhart: "Les intelectuels"

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
El cuadro es precioso... y el término intelectual es muy goloso, todo el mundo quiere ser intelectual... mmmm... pero serlo de verdad es muy difícil.

Me encanta el cuadro.

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