Visiones de verano

DEL ‘ACABEMOS’ AL ‘PARAÍSO HERIDO’

El mayor vicio actual del Náufrago es leer algunos artículos de prensa cada día. Se diría que es puro masoquismo y no sería demasiado equivocado. Se necesita ser masoquista para analizar la deriva de este país y del mundo en general, sobre todo en su franja denominada ‘primer mundo’. Hablo de degeneración ‘lato sensu’ en el amplio sentido de los valores éticos y humanos. Me fijé sobre todo en dos artículos por lo que ellos reflejaban. El primero lo encontré en un blog amigo: “En el país de las últimas cosas”. Se titulaba “Acabemos”. Su autor, un editorial del director del periódico “La voz de Galicia”. Una fotografía bastante exacta de lo que muchos ciudadanos podemos ver y sentir si no nos ponemos voluntariamente una venda en los ojos. Pensaba glosarla, pero luego me detuve en otra ‘tribuna’ que en cierto modo dibujaba la imagen de un ‘paraíso amenazado’ y me agobiaba menos.

El artículo, “El día que perdimos la inocencia”, el autor Jo Nesbo escritor de novelas como “Petirrojo”, “Némesis” o “La estrella del diablo”. La inocencia perdida a la que hace alusión es el shock sufrido por los noruegos tras la ‘hecatombe Breivik’. Ha sido su tsunami moral que ha hecho repensar su destino. Para dibujar su ‘paraíso’ perdido describe entre otras reflexiones, anécdotas como éstas en su Oslo idílico:

El paraíso destruído .El Mundo Orbyt

“En junio, el primer ministro noruego Jens Stoltenberg, un amigo común y el abajo firmante recorríamos las calles de Oslo en bicicleta para escalar la pared de una montaña situada en un bosque, todo ello dentro de los límites de esta pequeña gran ciudad... Unos metros detrás nos seguían dos guardaespaldas, también en bici. En cuanto nos detuvimos ante un semáforo en rojo, un coche se puso al lado del primer ministro con la ventanilla bajada. Un individuo gritó: «¡Jens!». El hecho de que el pueblo noruego se dirija a la máxima autoridad nacional por su nombre de pila es una tradición propia del espíritu igualitario del que hace tiempo dejé de asombrarme. 

«Hay aquí un joven al que le encantaría saludarte». Stoltenberg sonríe y da la mano al muchacho sentado en el asiento del copiloto. «Hola, soy Jens». El primer ministro lleva un casco. El muchacho tiene puesto el cinturón de seguridad. Ambos se han detenido con el semáforo en rojo. Los guardaespaldas se mantienen a adecuada distancia de nosotros y sonríen. La escena rezuma seguridad y confianza. Evidentemente, se trata de algo cotidiano en la idílica Noruega. Teníamos tal cosa por algo normal. ¿Qué podía salir mal? Llevábamos casco, cinturón y respetábamos las normas de tráfico. Por supuesto, algo podía salir mal. Siempre puede salir algo mal.

- Siguen las reflexiones. Líneas más abajo cuenta lo que ocurrió hace unos días:
… Ayer oí en el tren a un hombre que gritaba de rabia. Antes del 22 de julio mi reacción automática hubiera sido girarme, tal vez acercarme un poco más. Quizá se tratase de un interesante desacuerdo ante el cual posicionarme tras una valoración imparcial de los argumentos. O, aún mejor, una mujer a la que yo o cualquier otro pasajero podría defender. Pero ahora mi reacción automática fue mirar a mi hija, comprobar si estaba segura y, tal vez, valorar sus posibilidades de huida. Es de esperar que esta nueva reacción automática mía encuentre motivos para debilitarse con el tiempo. Pero sé que nunca jamás se irá del todo…
Las consecuencias son claras:
Así que si no hay un camino de regreso a lo que había antes, a la absoluta, inconsciente e ingenua temeridad de lo virginal, hay al menos un camino hacia delante: ser valiente. Continuar como antes. Poner la otra mejilla mientras preguntamos: « ¿Eso es todo lo que sabes hacer?». Negarse a dejar que el miedo establezca las premisas con las que continuar construyendo nuestra sociedad.
Jo Nesbo
Traducción del noruego: Mariano González Campo.

Comentarios

Campurriana ha dicho que…
Ya sé que voy a parecer la abuelita del "Ya te lo decía yo antes de la caída", pero creo que tal y como está el mundo uno no puede pensar que el sitio donde vive es seguro 100% ni 80%. Nada hoy en día es seguro y, sobre todo, viendo que las amenazas vuelan por todas partes y más sobre aquéllas que hacen que la gente se plantee demasiadas cosas, como la inolvidable "entrada" en el espacio aéreo "más seguro" del mundo mundial...

No sé. Tampoco podemos vivir con miedo constante pero estamos en manos de demasiados descerebrados...
Douce ha dicho que…
La 'seguridad' no está asegurada en ninguna parte del mundo. En unos sitios el peligro es máximo, en otros
sueñan con un paraíso más idílico y les sorprende cuando el equilibrio se desploma.

Creo que en el último párrafo Nesbo se aplica la lección: "Negarse a dejar que el miedo establezca las premisas con las que continuar construyendo nuestra sociedad."
Campurriana ha dicho que…
Con eso debemos quedarnos, Náufrago.

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