En la Biblioteca

"UN DÍA MÁS"
By Douce
Biblioteca Central de Cantabria
Vamos a ver como lo digo. La verdad es que, a pesar de mi experiencia como becaria, no sé cómo hacerlo sin meter mi pata y sin que el Náufrago de esta isla se sienta afectado. No sé si se han dado cuenta, pero es o está muy sensible y hay que saber decir las cosas que le atañen de manera acorde con su estado. Vamos a ello.

Como perrita y perita en sensaciones le conozco bastante bien y la más mínima cosa toca alguna fibra sensible. Esta mañana, a pesar del jarro de agua que caía, se dirigió a la nueva Biblioteca Central para devolver un libro que había cogido en préstamo. Era el último día y no quería demorar la entrega. Menudo es él para esas cosas. Total, que desafiando el mal tiempo se presentó en el hall de la antigua Tabacalera, transformada, con acierto, en Archivo y Biblioteca. 

 Atravesó la puerta, se dirigió directamente al mostrador de ‘entrega’ de libros. Ya la semana anterior con el mismo motivo, le había atendido un empleado, rayando  los sesenta, que tuvo con él una atención simpática y cordial. Fue una grata sorpresa para él, porque ya no abunda demasiado este tipo de empleados públicos. No quiere decir que abunden los bordes, a menudo es una atención correcta sin más y a veces bastante fría.

Hoy ya iba prevenido y además con la intención de agradecerle y felicitarle por su ‘recepción’ de la semana anterior. La primera reacción, cuando le entregó el libro fue una sonrisa franca y cordial y una frase algo así como: "Le felicito, con el tiempo que hace, se ha atrevido a devolver el libro” – o algo semejante – Aunque ya lo conocía el Náufrago, respondió: “Es que era el último día y no quería retrasarme”, la respuesta fue una sonrisa y una frase: “Un día más”. Mi papá no entendía por qué le decía:”un día más” e insistió que hoy, día 9 , era el último día y quería cumplir…El empleado reía aún más y repetía, Julio (había ya visto su nombre en el ordenador) y “un día más”. Pero “Julio”, seguía sin caer del guindo. Al final, el empleado le mostró el título del libro que acababa de dejar: “Un día más”, seguido de un “¡No lo habías cogido!”

No pudo por menos de reír y reconocer su torpeza – en qué estaría pensando – alargó la mano se la apretó y le dijo lo que ya tenía pensando “Gracias, no se encuentra gente así todos los días.” Esta pequeña anécdota le conectó con los que, todavía, en un trabajo más bien rutinario, saben poner una sonrisa a cada minuto

Comentarios

Campurriana ha dicho que…
Bonita historia con final feliz, Náufrago. Yo, en cambio, me he encontrado de nuevo con aquella bibliotecaria de momento All-Bran, ¿recuerdas?...
:)

Regreso a las bibliotecas.
Douce ha dicho que…
Campu,

He vuelto a leer y mantiene su 'frescura', a pesar del paso de los años:-)

Hay gente que ni con los años maduran.../más-duran

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